¿Es ‘El resplandor’ la película de terror más sobrevalorada de la historia?
- En este nefasto 2020 se cumplen 40 años de una película que fue el mayor éxito de taquilla de la carrera de Stanley Kubrick
- Aunque la película logró el gran éxito deseado por Kubrick (con un presupuesto de 19 millones recaudó más de 44), la crítica no pensó lo mismo en el estreno
- Aun logrando una película visualmente cautivadora, ‘El resplandor’, como dijo Stephen King, acabó siendo un precioso Cadillac sin motor en su interior
En este nefasto 2020 se cumplen 40 años de una película que fue el mayor éxito de taquilla de la carrera de Stanley Kubrick, entonces necesitado de un gran taquillazo tras pinchar en los cines con Barry Lyndon. El director de Espartaco necesitaba seguir teniendo el respaldo y la absoluta libertad que le concedía siempre Warner Bros. Kubrick era el realizador más mimado y respetado por la compañía.
Durante muchos años, Kubrick había estado preparando para Warner su Napoleón (se decía que Jack Nicholson iba a interpretar al famoso conquistador), pero la película Waterloo (con Rod Steiger como Bonaparte) resultó ser un fiasco tan enorme que el estudio, temeroso, no quiso saber nada más del personaje. Tras reutilizar su investigación de época para Barry Lyndon, arrepentido de no haber aceptado rodar para Warner El exorcista y tras rechazar su secuela (como rechazó cabreado la innecesaria secuela de 2001: Una odisea del espacio), Kubrick necesitaba urgentemente un gran éxito para seguir manteniendo sus envidiados privilegios.
Así, se dispuso a buscar un género popular (el terror) y un best seller de ese género. Lo encontró en una voluminosa novela de Stephen King llamada El resplandor, cuyo proceso de escritura fue curioso. En 1974 King y su mujer buscaban un cambio de aires para enfocar la tercera novela de escritor. Pusieron un mapa sobre la mesa de su cocina y decidieron ir a Colorado, donde se hospedaron en un hotel que se llama como Kubrick, el Stanley. La temporada de vacaciones acababa de terminar, eran los dos únicos clientes y eso creó el clima perfecto para la escritura.
De esta manera recordó King el origen de su obra: “Esa noche soñé que mi hijo de tres años corría por los pasillos, mirando hacia atrás sobre su hombro, con los ojos dilatados, gritando. Estaba siendo perseguido por una manguera de incendio. Me desperté con un tremendo espasmo, a una pulgada de caerme de la cama. Me levanté, encendí un cigarrillo, me senté en una silla mirando por la ventana a las Rocosas y para el momento en que el cigarrillo se había deshecho tuve el armazón del libro firmemente establecido en mi mente”.
La novela, cuyo título está inspirado en el estribillo “We all shine on” de la canción Instant Karma (de John Lennon), resultó ser bastante plomiza. Inspirada también en el alcoholismo que sufrió King, la crítica fue bastante dura con ella. En el fabuloso libro de Taschen dedicado a Kubrick se puede leer lo que opina Radney Hill sobre la adaptación al cine: “Una obra de arte basada en un best seller de supermercado”.
¿Pero es El resplandor una obra de arte? Aunque la película logró el gran éxito deseado por Kubrick (con un presupuesto de 19 millones recaudó más de 44), la crítica no pensó lo mismo en el estreno. En el Chicago Tribune, Gene Siskel escribió: “La mayor sorpresa es que contiene virtualmente cero sustos. Teniendo en cuenta la reputación de Kubrick en el panorama internacional, la reacción inmediata de uno es que, quizá, estaba buscando algo más que sustos con esta película. Si es así, es difícil imaginar el qué”. Gary Arnold, del Washington Post, escribió: “No puedo recordar una película de terror menos efectiva”. Y la prestigiosa crítica del New Yorker, Pauline Kael escribió que la película dejaba al espectador “hambriento de placer”. La humillación definitiva llegó en los Razzies (los famosos anti-Oscar): El resplandor fue nominada al peor director y peor actriz protagonista.
Quizás la crítica más acertada vino del propio Stephen King, que siempre ha rechazado la película: “Cuando se estrenó, muchas críticas no fueron demasiado favorables y yo fui uno de esos críticos. Es una película hermosa con una imagen magnífica, como un precioso gran Cadillac sin motor en su interior. El personaje de Jack Torrance no tiene ningún arco en esa película. Cuando vemos por primera vez a Nicholson en la oficina del director del hotel ya sabemos que está loco como una cabra”.
King tenía toda la razón. Además Jack Nicholson está desaforado en toda la película, que tiene momentos tan bochornosos como ese absurdo zoom hacia su rostro, ya demente, o las famosas escenas en la barra del bar y en el cuarto de baño en las que está tremendamente sobreactuado. Más que terror, todo parece una comedia involuntaria.
De hecho, King trató de convencer a Warner y a Kubrick para que no contrataran a Nicholson, que no fue el único candidato para ser Torrance. Se pensó en Robert De Niro y en un gran imitador de Nicholson: Robin Williams. Los actores preferidos de Stephen King para el protagonista eran Jack Palance, Mike Moriarty, Martin Sheen y Jon Voight. Y para encontrar al niño (Danny), Leo Vitali, eterno y servil asistente del director, hizo el casting. En él vio a más de cuatrocientos niños y los que eran seleccionados grababan una improvisación en vídeo que era enviada a Kubrick.
Además, Stephen King, que ya había disfrutado del éxito de Carrie, llegó a escribir un guión para la película, pero para aumentar el mal rollo Kubrick lo despreció. Tras tres desesperantes llamadas en las que Kubrick colgaba literalmente a King, a la cuarta llamada King le dijo: “Un tal S.K esta hasta los huevos de un tal S.K”, y entonces colgó él. Y ya sin el escritor, Kubrick contrató a la mediocre Dianne Johnson, que no ha hecho otro guión en su vida y solo hizo una novela llamada El divorcio y que James Ivory llevó al cine de forma mediocre.
El rodaje de El resplandor, como todo rodaje de Kubrick, fue lento, meticuloso y enfermizo y se alargó hasta 27 semanas frente a las 17 previstas. Warner se lo podía permitir porque Kubrick tenía un truco para practicar con tiempo y total libertad: rodaba todo en estudio y con un equipo tremendamente reducido. En definitiva: en Warner le dejaban jugar. Acabó, eso sí, gastando 400.000 metros de película, 102 minutos de metraje por minuto de película. Una fortuna.
Hay quien piensa que en este rodaje se usó por primera vez la steadicam, sistema inventado por Garrett Brown gracias al cual las cámaras de cine lograron gran estabilidad. En realidad este fabuloso invento se estrenó en Esta tierra es mi tierra, rodada por Hal Ashby en California y Arizona en el verano de 1975. Garret Brown también manejó la steadicam en Rocky, Fama, Corazonada, Rojos, Tootsie, Hannah y sus hermanas y Casino.
La “meticulosidad” de Kubrick en el rodaje llegó a ser demencial. En la escena en la que Duvall, amenazada por Nicholson, sube unas escaleras con un bate, fue repetida nada menos que treinta y cinco veces. La muerte de Hallorand fue peor: Kubrick la repitió cuarenta veces. Harto de tanta repetición absurda, Nicholson le pidió a Kubrick que parara, más que nada por la edad de Scatman Scrothers, con el que había trabajado en Alguien voló sobre el nido del cuco.
Para el papel de Hallorand, por cierto, Kubrick había pensado antes en Slim Pickens, el actor que se sube a la bomba en ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú. Pickens acababa de rodar la película de catástrofes (subgénero muy de moda en los setenta) El enjambre y comunicó a Warner que prefería ahorrase el tormento de volver a trabajar con el insoportable señor Kubrick.
Y a pesar de su célebre perfeccionismo, El resplandor tiene algunos fallos bastante tremendos. Por ejemplo en sus títulos de crédito. En aquel fastuoso plano aéreo (rodado por una segunda unidad porque Kubrick detestaba volar) se puede llegar a ver la sombra del helicóptero. Gran chapuza. Además, en la escena en la que Danny juega con unos coches de metal, sobre la famosa moqueta de los pasillos del hotel, los juguetes cambian de dirección al cambiar el plano.
Capítulo aparte merece el trabajo de Candice Drouet, que recordó todo el talento que Kubrick “cogió prestado” de, entre otras películas, La carreta fantasma (Victor Sjostrom, 1921), Las diabólicas (Henri-Georges Clouzot, 1957), El año pasado en Marienbad (Alain Resnais, 1961), El silencio (Ingmar Bergman, 1963) y Halloween (John Carpenter 1978).
Y para “homenaje encubierto”, Pesadilla diabólica, película de terror estrenada un año antes de la publicación de El resplandor y que trata de una familia que se queda a cargo de un viejo edificio en las montañas. Allí les permiten moverse a sus anchas (y les dejan todo tipo de carnes en un congelador) a excepción de una extraña habitación cerrada. El padre (un sobreactuado Oliver Reed) empieza a ver a un siniestro individuo del pasado y a comportarse de manera tan extraña que acaba atacando a su hijo David. Al final vemos al padre en una fotografía enmarcada. Les suena, ¿verdad?
Entre las muchas anécdotas que dio el rodaje (de cuyo making off se encargó Vivian Kubrick, hija del director) destacan dos: el famoso “¡Aquí está Johnny!” (“¡Aquí está Jack!” en el espantoso doblaje español) es una improvisación de Nicholson que remite a una frase del programa de televisión de Johnny Carson. Además, es digno de recordar, para mal, el infierno que fue el rodaje para la actriz Shelley Duvall, a la que se le caía el pelo por culpa de la tensión y los nervios. Kubrick la trataba mal a propósito, igual que hizo William Wyler con Samantha Eggar en el rodaje de El coleccionista. El acoso del director llegó a tal punto que Duvall acabó ingresada en un centro psiquiátrico al acabar el rodaje.
Tras la filmación de El resplandor, en la sala de montaje se cayó el primer final pensado por Kubrick y muy diferente al que conocemos (el de la vieja fotografía). En aquel cierre se veía a Wendy descansando en la cama de un hospital y a Danny jugando en la sala de espera. Tras encontrarse con ella, el responsable del hotel, el señor Ulman, le dice que no han encontrado el cuerpo de su marido. Luego Ulman le da una pelota a Danny, la misma pelota que había rodado antes en el hotel. Kubrick eliminó este final una semana después de terminar de rodar la película y quemó los negativos.
Como buscó la película definitiva de la I Guerra Mundial con Senderos de gloria, de la Guerra Fría con ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú, de ciencia ficción con 2001: Una odisea del espacio, del Vietnam con La chaqueta metálica o del matrimonio con Eyes Wide Shut, Stanley Kubrick buscó con El resplandor la película de terror definitiva y así la vendieron en Warner. Pero aun logrando una película visualmente cautivadora, El resplandor, como dijo Stephen King, acabó siendo un precioso Cadillac sin motor en su interior.
Es una pena la proliferación de artículos basados en lo que se lee o está disponible como información en internet, sin corroborarlos.
Este es uno de esos artículos. Independientemente del gusto que tenga cada uno o de si le place o aborrece «El resplandor», hay en él errores de bulto:
1. EL HELICOPTERO. No se ve salvo que la veas mal, es decir en 4:3 en VHS o los primeros DVD. La película se rodó para una ventanilla de proyección o «aspect ratio» de 1: 1,85. Así se puede ver hoy en DVD o BluRay. Y no, no se ve el helicoptero. Sin embargo, cuando Warner (no Kubrick) la editó en VHS y posteriormente en el primer DVD, amplió la imagen a 1: 1,33 (lo que sería 4:3) y ahí SÍ se ve ese helicoptero. Pero esa parte de imagen no estaba pensada para que se viera. Del mismo modo, en los 80 podíamos ver VHS donde se veían micrófonos (jirafas) y hasta raíles de travelling. La razón era la misma.
2. PESADILLA DIABÓLICA. El autor del artículo no ha visto la película. Se la recomiendo, está en Filmin. En Pesadilla Diabólica una familia alquila una residencia vacacional. No se queda al cargo, ni está en la montaña, ni nada. La alquila. Oliver Reed no se vuelve loco. Es Karen Black, que interpreta a SU MUJER la que se vuelve loca (perdón por el spoiler). Sí le hace daño a su hijo, pero no por volverse loco. Y, más interesante, al final aparece una foto del padre, pero también del hijo y de la tía (Bette Davis). Stephen King reconoció que había leído la novela antes de escribir la suya.
3. EL FINAL. El autor ha debido buscar algún artículo que no venía en nuestro idioma y por una mala traducción ha entendido que se recortó el final una semana después de finalizar el rodaje. Para empezar, eso es absurdo. Cuando acaba el rodaje comienza el montaje. En todo caso la recortaría una semana después de finalizar el montaje. Pero tampoco fue así. La película se exhibió en USA durante UNA SEMANA con ese final. Antes las críticas recibidas, Kubrick decidió cortar ese epílogo, y según cuenta la leyenda, llamó a Warner para que llamase a los 10 cines que la proyectaban, con indicación de los fotogramas que debían cortar los operadores de cada sala. El material se envió a Warner Bros, donde debía destruirse. De hecho, incluso en los guiones para las traducciones venía ese final (enviados antes de ser recortada), como cuenta Vicente Molina Foix en su libro «Kubrick en casa».
Hay más imprecisiones, pero son menores.
Como decía, la película puede gustar más o menos, y cualquier tema puede resultar más o menos interesante, pero sería de agradecer que los redactores pusiesen algo de cuidado.
Es una pena la proliferación de artículos basados en lo que se lee o está disponible como información en internet, sin corroborarlos.
Este es uno de esos artículos. Independientemente del gusto que tenga cada uno o de si le place o aborrece «El resplandor», hay en él errores de bulto:
1. EL HELICOPTERO. No se ve salvo que la veas mal, es decir en 4:3 en VHS o los primeros DVD. La película se rodó para una ventanilla de proyección o «aspect ratio» de 1: 1,85. Así se puede ver hoy en DVD o BluRay. Y no, no se ve el helicoptero. Sin embargo, cuando Warner (no Kubrick) la editó en VHS y posteriormente en el primer DVD, amplió la imagen a 1: 1,33 (lo que sería 4:3) y ahí SÍ se ve ese helicoptero. Pero esa parte de imagen no estaba pensada para que se viera. Del mismo modo, en los 80 podíamos ver VHS donde se veían micrófonos (jirafas) y hasta raíles de travelling. La razón era la misma.
2. PESADILLA DIABÓLICA. El autor del artículo no ha visto la película. Se la recomiendo, está en Filmin. En Pesadilla Diabólica una familia alquila una residencia vacacional. No se queda al cargo, ni está en la montaña, ni nada. La alquila. Oliver Reed no se vuelve loco. Es Karen Black, que interpreta a SU MUJER la que se vuelve loca (perdón por el spoiler). Sí le hace daño a su hijo, pero no por volverse loco. Y, más interesante, al final aparece una foto del padre, pero también del hijo y de la tía (Bette Davis). Stephen King reconoció que había leído la novela antes de escribir la suya.
3. EL FINAL. El autor ha debido buscar algún artículo que no venía en nuestro idioma y por una mala traducción ha entendido que se recortó el final una semana después de finalizar el rodaje. Para empezar, eso es absurdo. Cuando acaba el rodaje comienza el montaje. En todo caso la recortaría una semana después de finalizar el montaje. Pero tampoco fue así. La película se exhibió en USA durante UNA SEMANA con ese final. Antes las críticas recibidas, Kubrick decidió cortar ese epílogo, y según cuenta la leyenda, llamó a Warner para que llamase a los 10 cines que la proyectaban, con indicación de los fotogramas que debían cortar los operadores de cada sala. El material se envió a Warner Bros, donde debía destruirse. De hecho, incluso en los guiones para las traducciones venía ese final (enviados antes de ser recortada), como cuenta Vicente Molina Foix en su libro «Kubrick en casa».
Hay más imprecisiones, pero son menores.