SERIES
Leticia Dolera cierra unas cuantas bocas con una estupenda serie
- Estamos ante una amarga comedia con capítulos cortos (media hora) que pasan como un suspiro porque están bien escritos, rodados e interpretados
- Polémicas aparte, 'Vida perfecta' tiene ocho estupendos episodios y nos cuenta la vida de tres mujeres. Las tres han superado la treintena y sufren una crisis existencial
Y entre ellas la mía. Debo reconocer que tenía mis prejuicios, el personaje mediático de Dolera me chirría y su opera prima en el cine (Requisitos para ser una persona normal) me pareció un alargado anuncio de IKEA. Pero su serie Vida perfecta, escrita junto a Manuel Burque (protagonista de su ópera prima y que aquí también tiene un personaje) es otra cosa. Estamos ante otra apuesta de Movistar + en el terreno de la comedia, una amarga comedia con capítulos cortos (media hora) que pasan como un suspiro porque están bien escritos, rodados e interpretados.
La serie empezó con mal pie y mala publicidad porque Dolera sustituyó a la actriz Aina Clotet por Celia Freijerio al saber que estaba embarazada. Como era de esperar, las redes sociales la despellejaron viva y de paso lo intentaron con un movimiento feminista en el que Dolera está muy involucrada y del que ha sacado buenos réditos en el mundo editorial y audiovisual.
En el caso Clotet, Leticia Dolera llevaba razón. Su productor le comunicó el lógico problema que estaba teniendo con el seguro en el caso de actrices protagonistas embarazadas. Además el personaje de Clotet era incompatible con un embarazo, ya que toma la píldora porque no quiere quedarse embarazada. Como explicó Dolera en un riguroso comunicado, durante la serie el personaje reconecta con su sexualidad, muestra su cuerpo desnudo al completo y tiene escenas de sexo. Además no se podía recurrir a trucos ya que el estilo visual y narrativo de la serie, cámara en mano, impedía usar una doble de cuerpo. Y para rematar: no se podía retrasar el rodaje medio año para que Clotet diera a luz.
Polémicas aparte, Vida perfecta tiene ocho estupendos episodios y nos cuenta la vida de tres mujeres. Las tres han superado la treintena y sufren una crisis existencial. A María (Dolera) la deja el novio con el que va a pedir una hipoteca a 25 años, su hermana Esther (Aixa Villagrán) es lesbiana, hedonista y pintora pero no vende un cuadro y finalmente Cristina (Freijerio) es amiga de las dos hermanas y abogada en un bufet, madre de dos niñas y mujer de un publicista adicto al trabajo y que está obsesionado con que Cristina se quede nuevamente embarazada. Un cretino, el ser más despreciable de la función.
Lo primero que uno aplaude al ver esta serie es la abierta exposición de la sexualidad de las tres protagonistas. Empezamos con Cristina y un polvo rápido en la cocina, seguimos con Esther y sexo oral con su último rollo y acabamos con María puesta de eme (estupendo el colocón de las hermanas en el primer episodio y ese “me siento elástica” de María) y cometiendo un desliz que va a arrastrar durante toda la serie. Y todo expuesto con admirable naturalidad, sin estridencias, sin estereotipos.
Pero hay más momentos de abierta exposición de los impulsos sexuales de las protagonistas, como la paja de Cristina pensando en el ligue del Tanatorio o el dedo frustrado de María, ya embarazada. Muy valiente por parte de Dolera. Incluso hay una brillante escena en la que las tres protagonistas llegan al orgasmo en un montaje paralelo en el que se evita en todo momento el mal gusto.
No puede faltar, por supuesto, el tema de la conciliación en el trabajo. Aquí Dolera y Burque no se andan con rodeos y señalan a los hombres como auténticos caraduras. En el bufete de abogados el jefe de Cristina le sugiere que reduzca su jornada porque sus labores de madre interfieren demasiado en su trabajo. Y a todo esto, claro, su marido no participa como debe hacerlo en casa, es un jeta de manual que se toma sus copitas con los colegas y clientes de su agencia y se escaquea de los marrones familiares de forma continuada e infantil. Dolera y Burque no inventan nada nuevo, muchos conocemos a tipos así.
Vida perfecta, que se parece bastante a la serie Girls y quizás le falte el descaro de la estupenda Fleabag, también habla sin tapujos del aborto, una posibilidad que se plantea María y a la que ya se enfrentó su hermana Esther, que expone con total naturalidad una opción que le dolió, pero no la destrozo por considerarlo absolutamente necesario dentro de su desastrosa y precaria vida.
Y cuando sabes que estás ante una buena serie, aparece Enric Auquer y la serie pasa a otra división porque encima te emociona. Auquer, al que ya lo vimos en Quien a hierro mata y lo veremos en la serie sobre la ETA de Mariano Barroso (La línea invisible), se come la pantalla interpretando a Gari, un chaval con discapacidad que ha logrado un trabajo interpretativo de primer orden. A este actor le tienen que llover todos los premios de la tele este año o no habrá justicia en el show business patrio.
Los diálogos de Vida perfecta son brillantes (“A Forrest Gump no se le nota todo el rato”, “Tengo canas en el coño”, “Quiero divorciarme, la epidural me quita el filtro”) y el uso de los textos de móvil o de webs de contactos enriquecen mucho la serie.
Es especialmente bueno el episodio en el tanatorio. En él entra la muerte de forma natural mientras también la vida se hace camino. El discurso de Auquer en el funeral del viejo jardinero es magnifico y, como toda la serie, está rozando el sentimentalismo facilón, pero jamás llega a él. Y eso es muy difícil de lograr. Te emocionas sin que los guionistas o el actor hagan trampas. Y lo mismo sucede cuando María comunica a Gari que van a tener a su hijo. Aquí la interpretación de Auquer ya te parte en dos. Todo el parto, por cierto, está muy bien rodado e interpretado.
Remata la faena la banda sonora, muy bien hermanada con las imágenes rodadas por las tres directoras de la serie (Leticia Dolera, Elena Martin y Ginesta Guindal). Destacan entre todos los temas Soy yo (Bomba Etéreo), Yo no sé dibujar un perro (Sidonie), Dinamita (La Bien Querida) y Sobreviviré (Mónica Naranjo).
El tema de Vida perfecta es que normalmente buscando esa vida perfecta te la pegas con toda la orquesta y acabas viviendo en una astronómica y enfermiza mentira. Y su propuesta es que no hay que tener miedo a cambiar el rumbo, a girar el timón a lo bestia y cuando toque, a dar bruscos volantazos pase lo que pase, a tomar las decisiones que hagan falta y las veces que hagan falta.
Lo peor:
No me creo a Carmen Machi como la madre. Podría haber tenido a María y a Esther muy joven, pero el papel lo hubiese defendido mejor una actriz más mayor. Además Fernando Colomo hace de marido de Machi y tiene casi viente años más que ella.
Machi bajándose las bragas y meando frete a su hija María mientra le cuenta que le fue infiel a su padre con otro señor con el que lo hizo tres veces seguidas. Una escena de muy mal gusto que contrasta con el conjunto.
No es muy creíble que el personaje de la pintora que no vende nada (y vive de un trabajo de mierda y un dinero que le pasa su padre mensualmente) se ponga a buscar vuelos a la India para romper con todo.
Me decepciona el cierre del personaje de la abogada, que hace las paces con el gilipollas de su marido porque los dos están empatados a infidelidades. Me parece muy infantil para un personaje que no lo parecía y del que esperaba mucho más.
Lo mejor:
El episodio en el pueblo (Tarazona), en el que Esther descubre que todos sus amigos son padres coñazo con vidas coñazo, que el bar de las borracheras de toda la vida está cerrado y que la vida le ha pasado por encima.
El polvo de hotel entre dos padres frustrado por culpa del CantaJuego que suena en un móvil encendido.
El patético “aliado feminista” que intenta ligarse a María en la barra de un bar.
La soledad de Cristina en el hotel tras certificar lo mierda que es su marido y la de Esther en su destructivo 40 cumpleaños.
Me da igual repetirme: Enric Auquer interpretando a Gari. Inmenso.
En resumen: a pesar de los prejuicios, los premios a la Mejor serie y a las Mejores actrices en Canneseries auguraba que estábamos ante una serie gourmet, nada que ver con la mayoría de la chapucería que se hace en la tele generalista española. Tras otras series cómicas como Mira lo que has hecho o El fin de la comedia, Movistar + sigue buscando algo diferente. Y se agradece.
¿Es abogada en un bufet? O bien no trabaja de su profesión dada la precariedad ,o bien trabaja asesorando legalmente a un restaurante o bien el redactor ha tenido algo más que un lapsus.
Esta serie es como las hagiografias de santos/as solo que en la religión feminista. Otra más de Movistar en la misma dirección.