Miss Bolivia: “No me interesa reforzar el amor hetero-cis-patriarcal porque es aburridísimo”
María Paz Ferreyra (1976, Buenos Aires), más conocida por su nombre artístico, Miss Bolivia, tenía un trabajo estable como psicóloga en su ciudad natal, pero decidió dejarlo por los escenarios. Su proyecto musical, que tiene ya más de diez años e involucra a cerca de una decena de músicos, la ha hecho popular en Argentina y América Latina, donde se ha erigido como una de las artistas feministas referentes.
Sus letras contra la violencia machista y que desafían al heteropatriarcado resuenan a modo de protesta en las marchas por la legalización del aborto, pero también en las pistas de baile, donde sirven para desfogar y disfrutar. Su fusión de hip hop, cumbia villera, dancehall y otros estilos callejeros también se contagia al otro lado del charco. Entrevistamos a esta compositora, productora y dj a su paso por Madrid, en medio de una amplia gira que empezó en Pescara (Italia), y abarca una decena de ciudades españolas, además de Berlín y Lisboa.
-- Estudió psicología, tenía un trabajo estable. ¿Qué le llevó a dejarlo todo por una carrera musical?
-- Yo trabajé como psicóloga varios años y como docente en la universidad. Trabajaba en desastres y catástrofes en la ciudad de Buenos Aires, siempre al filo, con situaciones de mucha marginalidad y de un voltaje extremo. Yo venía con la música desde hacía muchos años, pero como baterista, de forma amateur. Empecé a armar este proyecto de Miss Bolivia, en el que yo rapeaba. De lunes a sábado me dedicaba a al trabajo extremo y Miss Bolivia surge como un lugar lúdico, recreativo y experimental, muy autodidacta. Luego el proyecto empezó a crecer de forma orgánica y, aparte de a mi familia y a mis amigos, veía a otra gente en el público. Me empezó a demandar cada vez más tiempo y dedicación y tuve que tomar una decisión. Opté por arriesgarme. Elegí dedicarme al proyecto de Miss Bolivia y dejé la práctica profesional.
-- En sus letras tiene un gran contenido feminista. ¿Considera que ahora mismo es fundamental hacer música que se comprometa con la igualdad?
"No me parece que los artistas tengan que ser activistas sociales siempre"
-- Me reconozco transitando el paradigma de las cuestiones de género o feministas muchísimo antes de que llegase Miss Bolivia a mi vida. Con Miss Bolivia encontré un nuevo soporte para poner mensajes, cuestionamientos, reflexiones que son las canciones, una herramienta que hasta el momento no manejaba. Ahí permití que el proyecto se permeara con estos contenidos. Realmente no lo siento obligatorio. No me parece que los artistas tengan que ser activistas sociales siempre porque eso se transformaría en algo tópico. Es una opción que yo tomo y elijo. Elijo las canciones como herramientas de transformación social. Asumo utilizarlas, pero es un gesto político y ético. También hablo de culos, de amor, de corazones rotos, pero todo eso es político también, está atravesado con una ética transfeminista.
-- También hay una batalla contra el amor heteropatriarcal en sus letras. Canciones como María José, que habla de la atracción entre dos mujeres, son poco frecuentes en la música. ¿Busca cambiar esta realidad?
-- Yo durante diez años tuve novias. Mis canciones son muy autobiográficas. En ese momento simplemente traduje mi autobiografía. Es una canción de amor a una mujer que en realidad no se llamaba María José (ríe). Me interesa muchísimo quitarle la mochila al amor hetero-cis-patriarcal, que es aburridísimo, superdesigual, heteronórmico. No me interesa transmitir, reforzar esa idea de amor porque es un amor que lastima, donde hay desigualdad de derechos y de oportunidades. Revertir un estilo que habitualmente se puebla de contenidos heteronormativos y machistas como es la cumbia, originalmente, me resulta provocador.
-- ¿Se siente en la misma ola de reguetón de América Latina que conforman otros artistas hombres?
"Estoy muy contenta con los colegas varones porque hay muchos que están revisando sus líricas. Ya no hablan del culo, de mamita, sino de otras cosas"
-- La verdad es que estéticamente, en lo musical, hasta puedo usar la misma base que utilizaría un reguetonero, no tengo problema. El chiste me parece que es apropiarse de estos estilos que históricamente fueron machistas y misóginos, cambiar la carga, subjetivizar, empoderar, y hablar desde otro lugar sobre estos mismos estilos. A mí me encanta Chocolate Remix que hace reguetón lésbico y utiliza los mismos estilos, pero habla de tijeras o de cosas así. Para mí es buenísimo porque es patear el tablero e inaugurar nuevas lógicas discursivas y narrativas que tienen que ver con estos tiempos y no son tan vintage. Estoy muy contenta con los colegas varones porque hay muchos que están revisando sus líricas. Ya no hablan del culo, de mamita, sino que están hablando de otras cosas. El machismo se está desarticulando. El machismo no es solo de varones, también son las mujeres que bailan al son de canciones machistas. Pero hay muchas mujeres que están cambiando esta realidad: desde las dj que no pasan esas músicas. Eso tiene que ver con un trabajo de transmisión de comunicación, de cambio de la realidad con acciones, no con la queja estéril. Podemos escribir líricas, podemos hacer un montón de cosas, pero hay que ir a la pista de baile y hacer acciones concretes. Ese es el activismo en el que yo creo. Ir al escenario con la visibilidad que me confiere un micrófono, un escenario y un parlante y utilizar ese poder en lugar de guardármelo para mi ego.
--Y la red feminista de hiphop, reguetón o cumbia que ha emergido en toda América Latina, ¿es algo pensado o surge de manera espontánea?
-- Va surgiendo de manera espontánea. Soy muy amiga o colega de artistas que creo ultranecesarias y urgentes en la escena. Las dinámicas de la escena musical son tan patriarcales y machistas en la línea de la competencia. Lo provocador es no asumir estas lógicas y trabajar en red. Nos reforzamos mutuamente todo el tiempo. Hacemos colaboraciones, festivales... Yo produzco un festival en Argentina que es transfeminista y que se llama Festipantera. Eso realmente es un gesto político. Hay un cuello de botella en la industria donde se visibiliza a muy pocas artistas. Yo me siento una artista visible, pero sé que es un privilegio. No puedo mirar mi ombligo nada más. Hay muchas artistas que no pueden acceder a la visibilidad.
-- ¿Hay contradicciones en hacer una música tan políticamente comprometida y firmar con una gran discográfica como Sony?
"La verdad es que Sony me sorprendió. Yo me sorprendo a mí misma por decir esto, pero formamos un equipo de trabajo increíble"
-- Para nada. Mi contrato tiene una cláusula completa de libertad de expresión y puedo decir lo que quiera. Puedo cantar y tocar gratis donde quiera, dehecho, lo hago un montón para las Madres de Plaza de Mayo, para las marchas feministas, de la diversidad... La verdad es que Sony me sorprendió. Yo me sorprendo a mí misma por decir esto, pero formamos un equipo de trabajo increíble. Yo vengo del punk, del do it yourself. Entré a Sony con los tacones de punta. Me costó dos años bajarme y darme cuenta de que no me querían atacar, robar y ellos también entendieron y se adaptaron a mi lógica. Yo todavía vivo siendo independiente. Aprendí que nos usamos mutuamente. Ellos me dan recursos que yo no tengo y yo les doy contenido que ellos no tienen en su catálogo. Es un win win en el que la última palabra la tengo yo. Me siento muy a gusto en un ambiente de mucho respeto.
--¿Qué artistas españoles le llaman más la atención?
-- Me encanta Tremenda Jauría, IRA Rap, la Mala Rodríguez, Rosalía, Macaco... Hay artistas de nuevo trap que también me gustan como Bad Gyal, Nathy Peluso, aunque sea argentina, pero que vive aquí... Me gustan mucho las fusiones que están proponiendo las nuevas artistas españolas.
-- Se involucró mucho en la defensa del derecho al aborto en Argentina. Después de que fracasara la tramitación parlamentaria para hacerlo ley, ¿cómo analiza la fotografía que se ha quedado?
"Argentina tiene un cáncer social que se llama derecha y religión"
-- Se avanzó muchísimo y no hay vuelta atrás. Somos una sociedad con un cuadro socio-patológico muy crónico y muy enquistado. Tenemos un cáncer social que se llama derecha y religión que enquistaron al Estado. Pero todo lo que se hizo hasta ahora empezó a sanar. Yo no creo que realmente este año se dé porque las bancas del Senado y del Congreso son las mismas. Son los mismos fósiles y los mismos dinosaurios quienes ocupan los asientos y quienes van a ir a votar. Pero ocurrió algo inédito: hubo millones de personas en la calle, al grito de aborto legal, seguro y gratuito. Ahora mi abuela sabe lo que es 'Ni una menos' o aborto legal seguro y gratuito. Se extendió por todos los estratos sociales y culturales. Creo que es cuestión de tiempo. El Congreso y el Senado están entre la espada y la pared. La fuerza popular es indestructible.
-- Tiene también letras contundentes contra la violencia de género, canciones que son una canalización de la rabia como Paren de matarnos. ¿Confía en el poder de sus letras para frenar la violencia machista?
-- A mí me llegan a diario mensajes de mujeres diciéndome “Bolivia, gracias a tal canción pude identificar que estaba en una situación tóxica, pude salir de ahí, o mandé a tomar por culo a mi jefe abusivo, pude darme cuenta de que ser ama de casa no era una obligación...”. Me llegan mensajes de mujeres que dicen “una vez estuve por matarme y no lo hice porque me llegó una canción tuya”. Yo no creo en la representatividad, no me interesa, pero también en esta profesión, que está muy mitificada, tienes que estar remando todo el tiempo en aguas turbias. Muchas veces podría decir que con desempeñarme como psicóloga bastaría, pero estas cosas me ubican. Creo en el poder transformación que tiene la música oralizada, con letra. A mí muchas canciones me cambiaron la vida desde muy chica.
-- En su Twitter dice que se está formando como sommelier. Algunos fans pueden asustarse. ¿Cuál es el siguiente paso que le gustaría dar en su carrera?
-- Quiero seguir haciendo discos. A veces me gustaría tocar un poco menos para componer más canciones. Ahora que vine a hacer 13 shows en 20 días no se me ocurre ni una línea. Sí me gustaría tomarme un tiempo y tocar menos, hacer más canciones, producir a otros artistas... Estoy empezando a producir a otros artistas y estoy muy contenta con eso. Quizás tener me gustaría tener mi propio sello y mi sueño es tener un restaurante. Ya tengo pensado el sitio, a una cuadra de mi casa, pero tengo que convencer al señor del lugar que no quiere (ríe). Me encantaría tener un minilugar, un almacén de vinos, tapas... Creo que me podría dedicar a la gastronomía y a los vinos tranquilamente.
-- ¿No se ve toda la vida en esto de la música?
-- Sí, pero con otro ritmo quizás. Me gustaría hacer un show por mes, aunque ahora no puedo porque hay mucha gente que depende de este proyecto. Pero es mi fantasía, te lo confieso.