Entre comedias de tercera, películas de carreras de coches y superhéroes, de vez en cuando podemos disfrutar de películas con un buen guion, una historia interesante y unos actores estupendos. Una película que aunque no deslumbra estéticamente, porque es bastante académica, nos cuenta una historia que sucedió (es la típica película con el rótulo “Basada en hechos reales”) y que te entretiene hasta el final sin desfallecer, sin secuencias o subtramas sobrantes. Y sin la grandilocuencia americana. Negación es seca, sobria, muy british.
La dirección, eso sí, es discreta por no decir anodina. Su director, Mick Jackson, que ya tiene 73 años, fue conocido hace un cuarto de siglo por el bombazo mundial que fue esa nadería llamada El guardaespaldas, a la que siguió esa estupidez de catástrofes llamada Volcano. Después se refugió en el lugar del que procedía: la televisión. Negación es su discreto pero interesante regreso al cine.
Nominada a la Mejor película en los BAFTA británicos, Negación habla de la historiadora Deborah E. Lipstadt, que en su libro La Negación del Holocausto culpó a un grupo de “historiadores” de negacionistas. Entre ellos estaba el infame David Irving, un populista admirador de Hitler que la denunció por difamación. Aconsejada por un ejército de abogados (cuyas costas pagó, entre otros, Steven Spielberg) Lipstadt, contra su voluntad, no declaró en el juicio, sólo lo hicieron expertos: Peter Longerich, historiador, Robert Jan van Pelt, experto en arquitectura, Richard J. Evans, profesor de Historia Moderna en Cambridge, Charles Browning, historiador del Holocausto, y Hajo Funk, profesor de Política y Cultura alemanas. Tampoco lo hizo ni un solo superviviente.
Como drama judicial, Negación, escrito por el dramaturgo y novelista David Hare (Las horas y El lector, también con el holocausto de fondo) plantea algo nuevo y muy interesante: la doble impotencia de una mujer que tiene que demostrar su inocencia cuando es la denunciada y que, encima, no puede testificar y debe limitarse a escuchar a los expertos. Rachel Weisz tiene que permanecer en la sombra y callada ante un estirado juez británico que se mosquea ante cualquier comentario de la acusada en la sala. En este sentido, lo kafkiano del proceso en general no deja en muy buen lugar a la justicia británica.
Otro de los temas que plantea bien el guión es que no todo es debatible, como bien dice la propia protagonista: “Yo no debato con alguien que cuestiona el Holocausto como tampoco debato con alguien que defiende que Elvis vive”. No todo vale, no todo es debatible, no se puede discutir con alguien tan infame que duda de la sistemática e industrial muerte de millones en los campos. A esa gente hay que apartarla, denigrarla o no darle ni la mano, como hace Tom Wilkinson (bonito su personaje de abogado borrachín) en el juicio.
Lo mejor de la película, que tiene una emotiva secuencia en Auschwitz rodada con un equipo muy reducido, es el guión de Hare (basado en la novela de la propia Lipstadt) y sobre todo sus diálogos, certeros y casi nunca sentenciosos además de auténticos. Todos los diálogos en la sala de juicios, por ejemplo, son verídicos, textuales.
El personaje más atractivo es el malnacido negacionista, un Irving que un año antes del juicio había dicho que el Holocausto era un cuento inventado por la “cábala judía internacional”, algo que todavía piensan muchos descerebrados en todo el mundo.
Cómo no, Irving se ha quejado de la película. Estamos hablando de un pájaro que describió a Hitler como “la mayor fuerza unificadora europea desde Carlomagno”. También dijo de él que no sabía absolutamente nada de los campos de exterminio montados en toda Europa o de los miles de trenes de la muerte, que todo fue cosa de sus sicarios Heinrich Himler y Reinhard Heydrich.
Irving (muy bien interpretado por el estupendo Timothy Spall) argumentó en el juicio que no se gaseó a nadie en Auschwitz porque no había residuos de cianuro en los ladrillos de las supuestas cámaras. Afortunadamente, perdió el caso, que le costó la bancarrota al tener que pagar nada menos que dos millones de euros.
Negación es una película interesante, necesaria y didáctica con un curioso gazapo: parte del film está ambientado en 1996 y en una escena vemos haciendo footing a la protagonista con el London Eye de fondo. La famosa noria fue terminada en 1999.
EL PLAN B:
Going in Style es una entretenida comedia de 1979 con tres actorazos: George Burns, Art Carney y Lee Strasberg. Ahora nos llega su remake, que en España han titulado Un golpe con estilo. Ahora sus protas son otros tres ancianos y grandes actores: Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin.
Lo mejor es su trama, que puede nos ser tan irreal como parece si pensamos en lo que nos viene encima: a unos viejos les han quitado la pensión y no tienen otro remedio que atracar un banco. En fin, una película amable y para toda la familia, igual que El bebé jefazo, ideal para los más pequeños en estas fiestas.