Las orondas mujeres de Renoir

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Les baigneuses, de 1918-1919/Musée d'Orsay.
'Les baigneuses '(1918-1919), de Renoir. / Musée d'Orsay.

Renoir entre mujeres, del ideal moderno al ideal clásico, es el título de la exposición que la Fundación Mapfre inaugura el sábado 17, en su sala barcelonesa de la calle Diputació 250, y que permanecerá abierta hasta el 8 de enero próximo. Unas 70 obras entre retratos femeninos de Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) y unas pocas de pintores como Vincent Van Gogh, Maurice Denis, Edgar Degas, Pierre Bonnard y Pablo Picasso, que sirven como punto de referencia para calibrar la evolución del ideal de belleza femenino occidental.

La mayor parte de las obras proceden de las colecciones de los museos franceses de l’Orangerie y d’Orsay; el conservador de éste último, Paul Perrin, es también el comisario de la muestra. Un paseo por la manera que Renoir tenía de ver el rostro y el cuerpo femeninos. Una mirada complaciente, sin asomo de conflicto ni perversión. Él mismo dejó dicho que un cuadro debe ser algo amable y hermoso. “Ya hay demasiadas cosas desagradables en la vida”. Así que sus damas son bellezas sonrosadas y orondas, suaves y mullidas como almohadas de seda.

Uno de los cuadros estrella es el famoso Bal du Moulin de la Galette (1876), un cuadro que viajó a Barcelona por vez primera hace 100 años, en 1917, con motivo de la celebración de una gran muestra de arte francés, y que ahora repite visita. De este cuadro, pintado en 1876, al de Las bañistas, de 1918, hay un camino largo de búsqueda por parte del pintor, quien, casi al final de su vida, admitió haber encontrado lo que quería pintar: la celebración de la naturaleza sin tiempo ni vestido. Sus hijos, entre ellos el cineasta Jean Renoir, donaron la obra al estado francés.

Bal du moulin de la Galette (1876), de Pierre Auguste Renoir/ Wikipedia
'Bal du moulin de la Galette' (1876), de Renoir. / Wikipedia

El oficio de pintor del joven Pierre-Auguste empezó entre piezas de cerámica, abanicos y persianas, pero a los 22, se puso a estudiar en la Escuela de Bellas Artes, donde consiguió aprobar el examen de ingreso. Allí conoció a Monet y a Sisley, amigos de los que sólo la muerte logró separar, aunque los ascendentes artísticos en el pintor de Limoges fueron Delacroix y, más especialmente, Edouard Manet, de cuyo Almuerzo sobre la hierba quedó Renoir un buen día enamorado.

El más sensual de entre los impresionistas, Renoir, no olvidó la tradición ni la estética clasicista a la que se refiere el título de la exposición de Mapfre; un clasicismo pasado por su tamiz particular.

Conviene recordar que el grupo de pintores entre los que se contaba Renoir, los llamados impresionistas, eran poco menos que apestados para la oficialidad artística parisina y tardaron lo suyo en ser mínimamente aceptados. Esto es algo que se ha repetido en la historia del arte siempre que algo rompedor deja en evidencia al academicismo de turno. Nada nuevo bajo el sol.

1 Comment
  1. matusalen says

    lo mejor es que lo relacionen con la epoca dorada del imperio donde siempre brillaba el sol, tan aficionados por aqui de meternos esa metralla, y si es en barcelona mejor, ya que las gordas las pintaba rubens que era de zona mas sensual, y lo unico que producia el solar patrio eran frailes, cruces y rostros cetrinos, eso si, tecnicamente perfectos, como los escrupulosos leguleyos actuales que dirigen el pais.

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