En la catedral de Cuenca se acaba de inaugurar -estará en la ciudad desde el 26 de julio hasta el 6 de noviembre-, una de las exposiciones más sonadas del año por lo que tiene de espectacular, si entendemos por esto la admisión de lo mediático. La muestra se denomina La Poética de la Libertad y se enmarca dentro de los actos programados en torno a la celebración del IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. De hecho es la exposición más importante dentro de los eventos conmemorativos en torno a Cervantes, y no porque así lo afirmara el Presidente de la Junta de Castilla La Mancha, Emiliano García Page, que la inauguró junto al ministro de Justicia y Fomento en funciones, Rafael Catalá y el deán de la catedral, Antonio Fernández, sino porque la exposición ha causado una expectación internacional sin precedentes. Se han hecho eco de las mismas el New York Times, USA Today, Reuters, France Press, South China Morning Post y el Channel New Asia, que cuenta en Facebook más de 1.300.000 seguidores.
En la Junta están que no dan crédito porque la exposición ha lanzado el nombre de Cuenca por medio mundo. La razón no es otra que en este conjunto de tres muestras se encuentra la denominada S.A.C.R.E.D, del artista chino Ai Weiwei, probablemente el artista más mediático de la actualidad. Las demás, con ser importantes, Cervantes y la libertad y Alta Expresión, y con poseer artistas de la talla de Rafael Canogar, Francisco Farreras, Martín Chirinos, Luis Feito, Florencio Galindo y Juan Barte, no han logrado ese ruido mediático: desde aquella instalación del rectángulo lleno de pipas, Ai Weiwei es el adalid de la lucha por la libertad en China y eso le ha convertido en referente internacional. El comisario de las muestras, Florencio Galindo, director artístico de las mismas, ha encontrado un hermoso paralelismo entre las figuras de Miguel de Cervantes y Ai Weiwei: ambos han sido luchadores por la libertad, y no sólo por sus ideas sino por luchar para que la libertad se imponga en el mundo. Esta pasión por la libertad ha hecho que Galindo justifique también que la muestra se celebre en la Catedral, ya que “nada hay más libre que una catedral gótica”...
El caso es que, aunque tratándose de la libertad, los responsables de la exposición tardaron dos años en convencer a Ai Weiwei para que interviniera en la misma. El resultado es este S.A.C.R.E.D que consta de seis cajas de hierro de 377 x 198 x 153 centímetros que muestran el cautiverio que sufrió en China el artista durante 81 días. Pero para que no haya dudas de en donde nos encontramos, unas aspas rojas que giran mientras enarbolan la palabra libertad en chino y español dan la bienvenida al visitante. Al fin y al cabo, Miguel de Cervantes ha sido el que más ha hecho porque La Mancha sea conocida en el mundo. Cualquier lector imagina las aventuras del hidalgo ingenioso Alonso Quijano asociado a las aspas de los molinos de viento.
Las aspas introducen al visitante -la música de Johann Sebastian Bach lo inunda ahora todo-, a un recinto donde se proyectan Quijotes en las escenas más conocidas de la novela cervantina, tal la aventura de los gigantes, y que aparecen y se desvanecen de continuo, que sirven de preámbulo a una instalación llena de barrotes que Galindo ha querido sirviera de nexo de unión entre el cautiverio de Cervantes y el de Ai Weiwei. Recinto llamado Laberinto del dictador, que es donde se encuentran las cajas antes mencionadas, en el claustro de la catedral: Cena, Acusadores, Limpieza, Ritual, Entropía y Duda, que en inglés resulta el acrónimo que da título a esta exposición. Una exposición que ha sido posible gracias a la Lisson Gallery de Londres, una de las más afamadas del mundo.
La zona dedicada a Los Informalistas, es decir, Canogar, Martin Chirino, Luis Feito, Juan Barte y el propio Florencio Galindo, es decir, aquellos que lograron que Cuenca diera el salto a la escena internacional del arte gracias a la labor de Fernando Zóbel y la creación del Museo de Arte Abstracto, cierran con broche de oro esta exposición que ha logrado desde el día mismo de la inauguración una atención mediática inusual.
Como inusual ha sido el coste de la misma: 1.120.000 euros ha aportado el gobierno de la Junta y 380.000 el Consorcio de la Ciudad, lo que hace de ella la exposición más cara del año en España, superando a la del Bosco en el Museo del Prado que ha costado 1.250.000 euros y que hasta ahora ostentaba el título. El coste incluye, además de las exposiciones, los gastos habidos con los doce conciertos que tendrán lugar acompañando a estas, dándoles forma, entidad sonora.
La instalación de Ai Weiwei es famosa desde que se expuso en el MOMA neoyorkino y en la Tate Modern Gallery de Londres, adquiriendo fama y honores mediáticos. Cuenca se suma, ahora, con el nombre de Cervantes por medio, a esta celebración de la obra del artista chino, que ha hecho de su estancia en la cárcel un elemento artístico y propagandístico esencial para acercarse a su obra.
Obra que celebramos, al igual que aquella de las de los cien millones de pipas, hoy propiedad de la Tate Gallery, pero a la que no dejamos de mirar con cierto estupor por el montante de la misma, todo un ojo de la cara, como para reunir boscos y velázquez a voluntad.
Ai Weiwei, una más de las metáforas del mundo actual.