El célebre Banksy, grafitero de postín, pintó hace unos días, en una pared que queda frente a la embajada francesa de Londres, una escena parecida a la del cartel de la obra teatral de Los Miserables, para protestar contra la gaseada que la policía francesa propinó a los emigrantes que se hacinan en la llamada 'Jungla de Calais', al norte de Francia, con el fin de colarse a las islas británicas para buscarse la vida.
Banksy había visitado el campamento después de que este fuera desmontado por las autoridades, el pasado septiembre, aunque sus ocupantes –que han llegado a sumar 10.000 personas, la mayoría, varones− se las arreglaron para volverlo a montar con ayuda de voluntarios y ONGs. Se dice que el 70 por ciento de estos emigrantes logran pasar el eurotunel hasta Gran Bretaña. Lo que no se cuenta es qué pasa cuando llegan.
Bien, pues el cartel de Banksy ha sido tapado púdicamente con tablones por la compañía dueña del solar donde está el muro que hace de lienzo. El director de esa compañía, la Cheval Property Management Limited, un tal Sadler, dice que lo tapan hasta decidir qué hacer con la obra. Por lo pronto, que no la vea nadie. Después, como Banksy cotiza, pues a sacar dinerito de ella, imagino.
La niña de Les Misérables, Cocotte, aparece llorosa y medio asfixiada a causa de la lata de gases lacrimógenos que se vacía junto a ella, mientras a su espalda ondea una bandera gala hecha añicos. La pintura incluye un código QR para poder ver el video donde la policía arreteme contra la gente, armada con esos botes de gases lacrimógenos, la víspera de Reyes pasada.
Banksy critica así la manera en la que Europa, la civilizada, trata la crisis de los refugiados. Ya se sabe que la cosa no es fácil, que entre esos refugiados hay individuos de los que hay que cuidarse, pero es casi inevitable recordar la manera cómo en la dulce Francia trataron a los españoles que huían de la guerra civil.
Tuve ocasión de hablar el verano pasado con Nuria, una mujer de 93 años que experimentó en su persona el maltrato, “muchas veces, arbitrario, sin explicación posible, que recibíamos”, y que se añadía al hacinamiento y el frío, sin apenas refugio. Pero no hay que echarle las culpas a Francia; no sólo.
El caso es que la protesta de Banksy ha sido censurada en un país donde existe libertad de expresión. Quedaba poco elegante ese grafiti en el distinguido barrio de Knightsbridge, donde se aloja la legación francesa. “Con la afectación del léxico no trates de decorar tu pensamiento”, dejó escrito Marco Aurelio en sus Meditaciones. Pero ahora sabemos que esa recomendación de virtud tiene poco predicamento. Como se decía en los 80, éstos son tiempos malos para la lírica.