Lidia Falcón convoca a un encuentro feminista en Madrid el próximo 23 de enero. Un encuentro de feministas, pero ¿hay feministas? Parece un empeño anacrónico que a estas alturas se hable de feminismo como si hiciera falta, como si estuviéramos en los albores del siglo XX, como si las mujeres no hubieran conseguido por fin, desempeñar cargos políticos, dirigir empresas, ser científicas, abogadas, jueces, escritoras... ¿Qué más quieren? Bueno sí, quizás un poco de “colaboración” en el hogar; que alguien más saque la basura; limpie el culo al niño; salga de paseo con el perro; lave los cacharros o haga las camas, pero poco más.
El anuncio, ante el que me sumí en una deriva melancólica recordando los tiempos de las heroínas que dieron su vida en la lucha por la justicia para las mujeres, y en los tiempos más recientes de la militancia feminista, cuando surgieron varios grupos importantes en España, cuando la transición, el anuncio, digo, parecía haberse equivocado de año. Tenía que ser Lidia Falcón, la persona más peleona y resiliente que haya pisado este suelo.
¿Para qué un encuentro feminista en 2016? ¿Para exigir castigo ejemplar por las agresiones machistas masivas en la nochevieja de Colonia y Hamburgo? ¿Para denunciar el machismo sigiloso, el insultante, el desapercibido, el subliminal, cotidiano, cansino, el machismo gota malaya? ¿Para que la gente se entere de que sin apenas advertirlo la gente misma - la buena gente - es machista, independientemente de su sexo, género o condición?
El anuncio del encuentro de las feministas, lejos de resultarme anacrónico, ilusorio, ridículo, sobrante, pesado, aburrido, fracasado, me parece soberbio, de una soberbia que está relacionada directamente con el inasequible desaliento de unas mujeres –no sé si asistirán también varones– demasiado conscientes de que el camino sigue alargándose delante de nuestros ojos, lejos de acortarse.
Y no es sólo por los anuncios de colonias en Navidad, ni por el abandono de las formas que conduce a que las políticas españolas salgan más insultadas que los políticos, cuando las negociaciones se enconan. No digamos la propia Lidia Falcón, a la que abre la boca.
Tampoco es por la lista de muertas a manos de sus amantes esposos y aledaños, que ya va tomando cuerpo en el recién estrenado año. Ni por el hecho de que cuando se habla de mujeres famosas siempre se trate de artistas y artistillas –a ser posible, ligeras de ropilla- y nunca de tantas mujeres que salvan vidas a diario; que analizan la resistencia de elementos en las infraestructuras ferroviarias; que sacan adelante empresas casi inviables pero necesarias.
Y tampoco lo digo porque el sueldo del mismo trabajo resulte más bajo si quien realiza ese trabajo –por más que lo haga mejor- sea una mujer. Ni porque al llegar a casa, empalizada (de paliza) por la jornada laboral, la cena no esté hecha, ni los niños bañados, ni la basura sacada ni el perro paseado. Ni porque siga siendo más difícil conseguir un par de metros cuadrados donde tener una mesa y silencio para trabajar, para estar a solas consigo misma, para soñar.
El anuncio del encuentro feminista de Lidia Falcón, en Madrid, este 23 de enero, a las cinco de la tarde, en el local de la calle Carretas, 14, 3º, me ha recordado que la lucha continúa; que las apariencias engañan; que nada está garantizado, ni en este terreno ni en el de la vida en democracia. Por eso en el orden del día figura el informe sobre el proceso electoral del 20 de diciembre pasado, la valoración de los resultados de Unidad Popular, las declaraciones de Alberto Garzón y José Luis Centella, el informe sobre la reunión mantenida por el Consejo Político Federal de IU, la propuesta de difundir el programa de Unidad Popular en el que han participado las feministas y la propuesta de luchar por la abolición de la prostitución, la igualdad de salarios y la mejora de la Ley de Violencia Machista.
No, no es anacrónico ocuparse de poner orden en el caos que crea la injusticia, la mentira, la corrupción. Puede que la utopía siga siendo la meta, sin que quepan autocompasiones ni autocomplacencias de ninguna clase.
Exacto
La lucha continuará hasta q los hombres de todos los paises, razas, clases sociales y religiones dejen de ridiculizar, humillar, utilizar, agredir, maltratar, explotar, secuestrar, violar, mutilar y asesinar niñ@s y mujeres para su placer
Completamente de acuerdo con Elvira. La lucha FEMINISTA es absolutamente necesaria por el bien de la humanidad. La revolución será feminista o no será.
Adelante Lidia, somosm ya muchos los comunistas que estamos pendientes de los avances que planteáis en el proceso de lucha contar el patriarcado, sostenedor del depredador capitalismo. ¡¡ADELANTE!! ¡¡VENCEREMOS!!
Como feminista de la España actual, me siento desalentada, pues después de tantos esfuerzos, no sólo el avance por la igualdad se ha estancado, sino parece que hemos retrocedido 20 años, ya que la mayoría de los varones no terminan de sumarse a nuestra reivindicaciones. Y eso me da mucha pena, porque los pocos que están junto a nosotras, lo están haciendo maravillosamente bien y parecen una feminista más; por eso al compararlos con todos los machistas que aún quedan y que impiden nuestra revolución, me hace derramar lágrimas de impotencia y de rabia (metafóricamente) y me llena de ansiedad que no consigamos convencerles para que acepten los derechos feminista.