El día 24 de noviembre se reunió el Patronato de Museo Nacional de Arte Reina Sofía (MNARS), con la asistencia de Claude Ruíz Picasso, hijo del pintor, y miembro del Patronato. Éste donó 30 obras de Óscar Domínguez , de las que 34 pueden verse desde el día 25 en la sala 205 del MNARS. Se trata de grabados , las “decalcomanías”, que fueron la principal aportación de este artista al surrealismo. En dicha reunión se aprobó, asimismo, el traspaso de la obra de Juan Genovés, El abrazo, al Congreso de los Diputados, así como la donación del archivo AFAL, de Almería, que tiene un importante fondo fotográfico documental, además de la donación de un numeroso fondo bibliográfico procedente del Ateneo Español de México, donde se hayan textos de Indalecio Prieto o Juan Negrín.
Pero la reunión del Patronato tenía otro orden del día, y era el de dar por concluida la reordenación de sus colecciones. En octubre lo hizo el Prado y ahora le tocaba el turno al MNARS. Desde 1995, en que se aprueba por Real Decreto, las dos instituciones han estado trabajando en catalogar estrictamente sus respectivos patrimonios, pero fue hace dos años cuando esa reordenación tuvo un impulso importante por parte de las dos instituciones. Y esto tiene su importancia porque esas reordenaciones significan, en la práctica, que habrá obras que están en el Museo del Prado que pasarán al Reina Sofía, y al revés. La línea divisoria entre las obras que irán a una institución u otra es el nacimiento de Picasso, 1881 - porque había que poner una línea - pero, como toda línea abstracta, esto trae problemas añadidos pues hay artistas que nacieron dos años antes de Picasso que entrarían con más honores en el MNARS que en el Prado, por poner un caso.
Lo del 24, con la asistencia de Claude Ruíz Picasso, es algo más que una anécdota, ya que en diciembre se quiere dar solución a este problema ya viejo por parte del Ministerio de Cultura. Esta solución pasa por la creación de una comisión que dará luz verde al reparto último. Presidirá la comisión José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura, junto a los presidentes de los dos patronatos, el del Prado y el del Reina Sofía, Pérez Llorca y Guillermo de la Dehesa, y, evidentemente, los directores de las dos instituciones, Borja Villel y Miguel Zugaza, que lo son del MNARS y del Prado, respectivamente.
Del Prado saldrán 31 obras con destino al Reina Sofía, mientras que de esta institución saldrán 824, entre ellas 400 de pintura, 80 piezas de escultura, y el resto obra gráfica, como grabados. Hay que decir que 371 de las piezas que hay que trasladar están en otras instituciones, por lo que se calcula que serán unas 230 las obras que se desplazarán realmente del Reina Sofía al Prado: obras de Álvarez de Sotomayor, Kuntz, Madrazo y Mariano Benlliure , incluso toda una colección de numismática. Hay 67 obras, sin embargo, que no están localizadas, es decir, constan como pertenecientes al Reina Sofía, pero no se sabe donde están. La razón estriba, según explican en el Museo, que muchas de estas obras se hallaban en el antiguo Museo de Arte Moderno y parece seguro que desaparecieran en el transcurso de la guerra civil.
Pero la cosa es más compleja aún. Hay obras que no saldrán del Reina Sofía porque el Prado se las ha cedido: son artistas nacidos antes de 1881, pero cuya obra parece que es más propio se exponga en el MNARS. Por ejemplo, Torres García, el artista uruguayo, que nació diez años antes que Picasso, Mateo Inurria o el mismísimo Wassily Kandisnky, que nació en Moscú en 1866, y del que el Reina posee una colección extensa de dibujos, mejor dicho, el Prado, que es el propietario.
¿Veremos, sin embargo, el espectáculo del traslado? Es seguro que sí, pero no será nada tremendo, pues las obras que se van a trasladar no suelen ser expuestas, ya que hay que tener en cuenta que lo que el Prado y el Reina exponen es parte mínima de sus fondos. Pero hay 31 artistas excepcionales que a pesar de haber nacido antes de 1881 no serán trasladados según consta en ese Real Decreto de 1995. Los motivos para esa excepcionalidad son variados, y esos artistas son Anglada Camarasa, Ramón Casas, Julio González, Manolo Hugué, que tan bien retrató Josep Pla; Isidro Nonell, Darío de Regoyos, Julio Romero de Torres, Joaquín Sunyer y Zuloaga. Y aunque esos motivos sean variados, lo cierto es que el problema procede de la dichosa fecha, pues grandes obras de nacidos antes del 81 fueron adalides de las vanguardias. ¿Qué hace Kandinsky colgado en el Prado?
Semanas, pues, decisivas para dar solución a un contencioso que lleva años sin aclararse. De ahí la importancia del hijo de Picasso en la reunión del Patronato y la donación de las obras de Oscar Domínguez que, por si sola, es un notición. Ya dijimos, no es probable que asistamos a un trasvase masivo de obras de un museo a otro el año que viene, pero sí a una ordenación del Patrimonio que se hace imprescindible. Por otro lado parece que el buen sentido preside los encuentros, pues hay obras que sería incongruentes, dentro del marco de la historia del arte, en una institución acorde con preservar el clasicismo.
La solución en diciembre, antes de las elecciones. Eso se espera.
poco valorados en españa una gran cantidad de paisajistas de finales XIX principios del XX, no molaban los que bebieron de las corrientes de ese momento fuera de españa, muchos catalanes. prefirieron siempre, sobre todo en torno a madrid, con algunas excepciones, el cetrino, beato, palido y malencarao españolismo de epocas gloriosas.