La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estudiado los casos de 53 países europeos y ha declarado que la salud de los españoles es “extremadamente buena”, un calificativo que choca por ese adverbio acabado en “mente”. Ser extremadamente saludable, como ser extremadamente guapo, parece excesivo; pero, bueno.
Algunos parámetros no son tan favorables, ya que la OMS advierte que el sobrepeso y la obesidad amenazan con desbancarnos del celestial acomodo. Sí, vivimos una media de casi 80 años, los chicos, y casi 86, las chicas ¿y qué? Si resulta que los últimos veinte o diez años son de achaques e incapacidad para valerse por sí mismos, menuda ganga.
Sobre todo, la OMS se fija en la forma de vida de los españoles: el que muchos meses del año los pasen fuera de casa, al sol y a la fresca; que cuando beben sea con amigos, en un bar y la mayor parte de las veces bebidas menos alcoholizadas, como la cerveza o el buen vino; que el alcohol suela ir con tapas o cacahuetes. Y, sobre todo, de charleta: arreglando los problemas de España, sobre todo ahora, con la muy bien librada batalla de los independentistas catalanes. Pero no todo el mundo lo ve así.
Hay quien tiene la idea de que el español medio lleva en su ADN una carga casi insoportable de mal humor y otros males líquidos, que lo convierten en un ser áspero e intratable. Eso, combinado con un sentimiento trágico de la vida –Unamuno dixit- nos convierte en seres tendentes al pesimismo y al mal rollo. Criticones y malencarados. Pues, no. Para el organismo internacional no debe estar tan claro, a menos que sirva lo de: “Bicho malo nunca muere”, que también podría ser.
Cada vez es más común escuchar que el pensamiento de cada cual construye su propia realidad, que la realidad no es una sino que varía según los ojos que la miran. El decir popular se manifiesta a veces filosóficamente acertado. La cosa parece venir de lejos, del modo budista de contemplar la realidad. Pero a lo que voy es a que el que la gente en España tienda a tomarse la vida con menos carga de trascendencia puede ser malo para la vida intelectual, pero se ve que es bueno para la vida propiamente dicha, la biológica, la de estar de paso hacia la muerte. Un navegar entre "Despierte el alma dormida..." y el carpe diem.
La OMS no olvida aplaudir “al sistema sanitario del país”, eso que en Cataluña se han ido cargando los sucesivos gobiernos, particularmente el de Mas, que ahora quiere vender la especie de que con un nou país la cosa cambiará. Nuestra sanidad pública, amenazada también por los gobiernos de Madrid y de otros reinos de taifas, favorece la salud de los españoles.
Viene esto a cuento de que tenemos al menos una cosa de la que sentirnos orgullosos, del sistema nacional de salud y de sus currantes, del más alto al más humilde que, entre otros logros, ostenta el de la invención de la Organización Nacional de Transplantes, cuyo funcionamiento deja patidifusos a los países norteños, tan arrogantes ellos cuando miran al Sur. Pues, eso.
Que sí, caramba; una salud extremadamente buena. Y que sea por muchos años.
No siendo cosa de genes sino de estilo de vida, esta española desterrada (voluntariamente pero a disgusto) no cuenta vivir tantos años como vosotros, aunque sea con achaques…muchos achaques.