Lina Morgan, la actriz que era «como de la casa»

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Homenaje en la despedida de Lina Morgan en el teatro La Latina. / Luca Piergiovanni (Efe)

Ayer la concentración de personas alrededor del teatro de La Latina era algo inusual para ser la tercera semana de agosto madrileño, la más desierta del año. Se trataba del homenaje que los que aún estaban en la ciudad querían rendir a la que, sin duda, se convirtió en la actriz española más familar de la segunda mita del siglo XX. Eso sólo suele hacerlo en tiempos modernos, y sobre todo en España, la vis cómica, la trágica ya no mueve masas, y Lina Morgan era una de las actrices españolas en que la comicidad parecía ser parte indisoluble de su personalidad. Le sucedía lo mismo que a Tony Leblanc, no es nada curioso que la televisión les otorgara a los dos papales de “tontos” y que esas interpretaciones les llevaran al estrellato, algo que no les sucedió a Alfredo Landa o José Luís López Vázquez, que a lo largo de sus extensas carreras tuvieron la oportunidad de hacer otros papeles y hacerlos bien, mejor aún si cabe que aquellos que les habían otorgado. Lina Morgan, como Leblanc, hicieron de la vis cómica su destino. El público español, que adora la farsa desde el Barroco, cosa cuyo análisis nos llevaría muy lejos, le ha agradecido la cercanía con que a través de la farsa se acercó al imaginario popular adorándola. Y ayer se demostró. La Latina era más castiza que nunca, que ya es decir.

Porque, claro, estaban las autoridades en la capilla ardiente que se había montado en el teatro, estaba la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santasmaría, que echando el previsible discurso del PP en las previas electorales -todo eso de que era una mujer emprendedora que, poco a poco, con su trabajo había logrado comprar un teatro, lo que no dejaba de ser verdad,- dijo algo muy acertado, por real, quizá porque le salió cierto casticismo que hoy día se lleva poco y parece pecado, eso de que “para muchas generaciones, Lina Morgan era como de la casa”. También estaba la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, con unas declaraciones donde se entreveía ya cierta distancia emocional, y estaba la alcaldesa, Manuela Carmena. Y estaban, claro, Concha Velasco, rindiendo homenaje a los miembros de su generación, la de Lina, la suya, y estaba Rosa Valenty, y las coronas mandadas por Rosario y Lolita Flores, memoria de su clan, y Raphael.

Pero esa multitud de trescientas personas que se arremolinaron en torno al teatro, y en la tercera semana de agosto eso es una turbamulta, tuvo como protagonista a esa señora anónima que decía que tenía ganas de llorar porque esta mujer le había quitado a lo largo de su vida muchas penas haciéndola reír. Es la mejor definición que se ha podido dar de la impronta que Lina Morgan ha dejado en el imaginario popular de la generación de posguerra, sobre todo, como en la canción fueron Antonio Molina y Juanito Valderrama, les ayudó a sobrellevar la existencia terrible de una España implacable y devoradora. En fin, ayer estos trescientos parecían los de las Termópilas venciendo a su manera el espectro de la muerte y enfrentándose a una canícula un tanto insoportable. Todo sea por la vis cómica.

Tras meses de enfermedad, hospitalizada cerca de su domicilio del barrio de Salamanca, que es donde se trasladan los de posición humilde cuando se lo pueden permitir -los del barrio de toda la vida hace tiempo que se fueron a gozar de las glorias de Pozuelo-, murió ayer a los 78 años, que está hoy día muy lejos de ser una edad bíblica. La actriz que un mal titular de prensa podía haber bautizado como “la actriz del pueblo”, incluso llevando algo de razón, pero como casi todo en la vida es un malentendido. Hay que decir que Lina Morgan fue, sobre todo, una actriz de revista, que ese género era su pasión y que precisamente compró el teatro para ejercer esa pasión sin cortapisas. Tengo para mí que lo de “la tonta del bote” lo veía como un acto de servicio, pero que en cuanto pudo se dedicó a su pasión, que era como había comenzado precisamente en ese teatro de La Latina siendo casi una niña, la revista. El destino fue afortunado con ella. Cumplió su sueño y “la tonta del bote” podía ahora ser tonta cuando quisiera, lo quiso muchas veces, pero no cuando se lo impusieran los estudios de cine y televisión que, paradójicamente, le dieron la fama. La vida es así de extraña, y las fidelidades hacen curiosos compañeros.

Lina era de La Latina, de la calle de don Pedro, de familia humilde, no pobre, como gustaba de recalcar, ya que “de vez en cuando me compraba una tableta de chocolate”, y decir esto es mucho porque, como Gloria Fuertes, que también andaba por el barrio, por los aledaños de Lavapiés, pertenecer a este paisaje dejaba huella. Hoy día La Latina sigue siendo un barrio de marcada personalidad pero muy distinto, por suerte, de aquel de la posguerra. Pero aún viven por allí, por donde comienza el Rastro, perdidos entre bares con pinchos exóticos y tiendas que venden productos curiosos y extravagantes según se les alcanza, “los tiempos adelantan que es una barbaridad”, los vecinos supervivientes de la niñez de Lina, de aquella La Latina que era barrio pasto de escritores y cineastas costumbristas y que ahora también lo es pero de otra manera.

Son los trescientos que le han rendido homenaje, amén de algún moderno ya que Lina tenía tirón con todo el mundo, en su barrio y en su teatro. Es el bello homenaje al que hemos asistido en este verano madrileño, lleno de dramas de todos los tamaños. Lina Morgan.

4 Comments
  1. Galatea says

    Desde el respeto, pienso que fue una cómica pésima, anclada en un humor para gente sin muchas pretensiones. Hizo gala de las mas aburridas comedias, escenas de matrimonio o Royal Manzanares eran fiel ejemplo del humor rancio y de buenas formas, vaya, que nunca se la vio con ánimos de hacer sátiras desde una perspectiva mas actual y con cierta critica religiosa, política o existencial.

    Siempre que la veía en televisión corría rápido a cambir de canal, me daba una pereza horrible verla y me dejaba una sensación agridulce como diciéndome, ¿esto es lo mejor que tenemos? Gracias a Dios no, estaban Eugenio, Martes y 13, Tricicle…pero esos se ve que como no se «compraron un teatro» no tendrán y no tuvieron la oportunidad de ser homenajeados con un discurso emprendedor y ser ejemplo del buen español.

  2. paco otero says

    me quedo con la crónica de J.A.Juristo aun sin desdecir las impresiones ciertas de GALATEA.

    Particularmente me prefiero referirme a la REVISTA y a la VEDETTE DE REVISTA…
    de Jarque, Celia, las hemanas Daina(la Chico la Morales solo coristas) , Queta, la Roy, la Velasco, Ady Ventura, Tania Doris Carmen de Lirio etc etec… Lina Morgan ; podemos buscar matices,en cada una de ellas pero indudablemente fueron son/están entre las grandes VEDTTE DE LA REVISTA,ese genero de apenas un siglo como tal en estado puro (de principios a finales del siglo XX)

    Musicalmente se puede observar también que fue rico y con dos números musicales como principio y final de este genero en este siglo,los NARDOS en 1932, su musica y sobrenombre»por la calle de Alcalá» recuperado en al comienzo de la transición con aquel fenómeno del genero, con una de las mas polifacéticas con niveles de las mas grandes internacionales (para mi al menos);LA MACLAINE) Y CERRANDO ISN DUDA «AGRADECIDA EMOCIONADA, GRACIAS POR VENIR…»Y la LATINA COMO TEATRO Y COMO BARRIO

    nota: los NARDOS, fue en el PAVÓN Y EN CASCORRO

  3. paco otero says

    la polifacética, genial y con diferentes y de alta calidad, registros interpretativos me refiero a : ESPERANZA ROY

  4. Enrique Gonzalez Duro says

    Es muy frecuente en este pais que a determinados «artistas», cuando mueren, casi unanimemente glorificados, para despues denmediato olvidados para siempre.Porque, en realidad, no fueron genios, aunque su esfuerzo fuese meritorio. !Pais!

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