La cita negra de Barcelona –BCNegra 2015- que comenzó el pasado 29 de enero, cumple diez años y los celebra sin sobresaltos, más atento el personal a los movimientos políticojudiciales que a la literatura propiamente dicha. Normal. Lo que no quita que se hayan reunido viejos amigos y nuevos nombres. Nuevos, no porque acaben de aterrizar en el género, sino porque vienen de otros sitios y aquí se tenía menos noticia de ellos.
Como anuncian los organizadores en su bienvenida: en BCNegra se hablará “de fútbol y corrupción, de espías y traidores, de la economía criminal de las ciudades, de los viejos y nuevos bajos fondos, de salud pública y beneficios privados…” Vaya, que se trata de discutir la actualidad española e internacional, con el toque ácido e inquisitivo que lleva puesto el género en sus mejores representantes: Andréu Martín, Belén Gopegui, Lorenzo Silva, Anne Perry, Paco Camarasa, Rosa Ribas, Empar Fernández, Jordi Sierra i Fabra, Claudia Piñeiro, Roberta de Falco, Donato Carrisi y hasta un moderador de mesa redonda que participa en calidad de lector. Alegra saber que no olvidan los organizadores de estas cosas a la parte imprescindible de la segunda parte.
El décimo cumpleaños además, lo celebran entregando a Alicia Giménez Bartlett, el X Premio Pepe Carvalho. Se lo dan, el jueves, 5, al terminar la cita negra barcelonesa, por haber renovado la novela policíaca española y en reconocimiento a que ha sido pionera en sacudir un género eminentemente machista con un toque feminista muy eficaz. Además, sus personajes, Fermín Garzón y, sobre todo, Petra Delicado, han alcanzado la cima de las figuras clásicas de la novela negra.
En medio de la barahúnda que supone la promoción de su último libro, Crímenes que no olvidaré, Giménez Bartlett ha tenido la amabilidad de responder a cuartopoder.es
— ¿Hasta dónde estás de preguntas sobre si Petra es un poco marimacho y si escribes negra siendo mujer y tal y cual?
— Ese tipo de preguntas ha disminuido mucho en los últimos tiempos. No podía ser de otra manera, hay un montón de policías mujeres y otro montón de autoras que cultivan el género. ¿Cómo seguir con el mismo rollo?
— ¿Escribir negra libera energía negativa? ¿Es como dar una somanta de palos para liberar el espíritu? ¿Quizá por eso cada vez hay más autoras de negra?
— A mí me libera escribir, sea género o no, pero no he pensado en somantas de palos. Creo que si hay más autoras se debe al éxito que tiene actualmente el género negro en nuestro país.
— ¿Está ya superado el feminismo de toda la vida o hay muchas razones para seguir vomitando por las actitudes machistas?
— No está superado; en cuanto rascas un poco aparece el machismo, siempre latente. Y si nos asomamos al Tercer Mundo… No, la igualdad de derechos es un camino que aún no ha llegado al final. Pero se llegará seguro.
— El CIS ha descubierto en una encuesta que uno de cada tres jóvenes españoles (jóvenas incluidas) opinan que hay que controlar las salidas y actividades de su chica y que es mejor que su chica ni estudie ni trabaje.
— A estos sí que les arrearía una somanta de palos e incluso de hostias; aunque no me sorprende, los valores sociales que hemos creado han dejado la cultura en último lugar. Estos jóvenes se han nutrido de televisión barata y de la convicción de que el consumo de marcas era lo importante. Lo que ocurre ahora es consecuencia de una época. ¿Cómo regresar a un punto cero desde el que volver a partir? Ni idea.
— Tu último libro, Crímenes que no olvidaré, ¿va de retales de aquí y allá -lo que no desmerece sino que resulta de lo más atractivo- o le has añadido algo más?
— Son relatos que se habían publicado en otros países (Italia, Alemania…) pero que aquí continuaban inéditos.
— Te has retirado a la campiña, ¿por qué? ¿La ciudad no es para ti? ¿Es más zen?
— Era una vieja ilusión: vivir en el campo, tener perros y gatos, escribir, leer… Los psicólogos dicen que no se deben idealizar las situaciones porque al encontrarte en ellas, te decepcionan. Es una verdad que se cumple generalmente, pero en esta ocasión nada me ha decepcionado. Vivo feliz y de vez en cuando me largo a Barcelona para ver cine en versión original, ir de librerías y cenar con amigos.
— ¿No te apetece mudarte a Atenas o al Peloponeso, un poner? ¿O a la Puerta del Sol?
— No, de momento. Aunque tengo los ojos bien abiertos a lo que ocurre y me alegra que ocurra.
— Nos espera una buena temporada de elecciones, ¿tienes localizado un búnker donde esconderte o piensas participar como una citadina ejemplar?
— A veces me lo pregunto; pero sigo intentando encontrarle sentido a las cosas. Todo pasa y este desconcierto también pasará. No hay que tirar la toalla, pero si la tiro y me encuentro en pelotas… mejor que esté delante Pedro Sánchez, ¿no?
— En un ranking de sacos de corrupción, ¿dónde colocarías a la familia Pujol Ferrusola? (Si temes contestar a esta pregunta óbviala; como si no te la he formulado).
— Es patético ver al viejo matrimonio ir a declarar. No me dan ninguna pena, pero sí me apiado de los pujolistas de buena fe que han sentido en propia carne el terrible bofetón.
— Y así, si tuviéramos un café por medio, seguiría charlando contigo de lo último que has leído. Si te pirra alguien que esté publicando ahora: Karl Ove Knausgard, de quien tanto se habla; Milena Busquets, Marta Sanz… Si prefieres refugiarte en los clásicos.
— He leído al noruego y me parece un inmenso cantamañanas. En sus libros se ve la carpintería por todos lados. Impostura total. No he leído a Busquets (a mí el Mediterráneo y las madres, en general, empiezan a sudármela) y sí he leído a Marta Sanz que me parece una escritora como la copa de un pino. Su Lección de anatomía es una novela maravillosa. Ojala que el academicismo y el deseo de experimentación no estropeen nunca su obra.
Interesante. Habrá que leer algo de ella. Qué recomiendan. Envidio lo de retirarse a la campiña…