Todo confluye en la Casa del Lector, sita en Matadero Madrid, para que a mediados de febrero se inaugure la muestra Archivo Bolaño, que supone una adaptación de la que tuvo lugar en Barcelona en 2013 [vídeo, abajo] y, luego, en Buenos Aires con un gran éxito de público, hasta el punto de haber convertido la muestra en algo similar a lo que supuso la figura del autor, quizá el último fenómeno editorial de culto que ha tenido lugar en la literatura en español de los últimos años. Sin embargo, en Casa del Lector llevan meses enlazando exposiciones, algunas emblemáticas, como la de Cortázar, lector del mundo que llevan, hiladas en sutiles nexos comunes, a la muestra sobre Roberto Bolaño que se inaugurará en febrero y estará entre nosotros hasta junio.
En una entrevista, la última que Bolaño concedió, el escritor chileno repasó sus lecturas imprescindibles y se refirió a Rayuela, de Cortázar; El Quijote, de Cervantes; Moby Dick, de Herman Melville; la obra de Jorge Luis Borges y La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, como los libros que le habían marcado de por vida, de escritor, se entiende, que en Bolaño tendía a confundirse con la suya propia. Pues bien, La Casa del Lector ha organizado, coincidiendo con la inauguración del Archivo Bolaño, que comisarían Juan Insúa y Valerie Miles, una serie de actos que, bajo el título de De camino a Bolaño, complementarán todo lo concerniente a la exposición que se quiere emblemática.
Los actos tienen su importancia y van desde el recordatorio de la muestra de objetos pertenecientes a Julio Cortázar, a la proyección de películas basadas en cierto modo en el modelo quijotesco, películas que van desde la de Godard, Al final de la escapada, a Lost in La mancha, de Keith Fulton, pasando por 8 ½ , de Fellini, el espectáculo que el ilustrador Manuel Marsol ha organizado con imágenes basadas en Moby Dick; una performance de Nuria Mora sobre La Biblioteca de Babel de Borges o la reunión de especialistas extranjeros, proyección de documentales, conciertos e incluso la representación de una obra de teatro, en homenaje a Kennedy Toole, el malogrado escritor norteamericano. Todo para que, al final del camino, nos topemos con Bolaño. Como espectáculo cultural la cosa es irreprochable, pero no deja de ser curioso que figuras como Borges, Cortázar, Cervantes o Kennedy Toole, giren como planetas en torno al Sol Bolaño. Ya digo, todo conduce a él ,en lo que supone el reconocimiento de una de las mitificaciones más espectaculares que se han dado en el ámbito literario en español, sólo comparable en su éxito a ciertas fases del boom y donde personajes como Chacal, el conocido agente literario norteamericano, tuvieron mucho que ver al colocar en el enorme mercado en inglés figuras como Roberto Bolaño.
Vi la exposición Archivo Bolaño en Barcelona, cuando se mostró en el Centro de Cultura Contemporánea, que comisariaron Valerie Miles y Juan Insúa, director del CCCB, y tengo que decir que como muestra de autor literario cumplía las expectativas más esperadas. Hacer una exposición sobre literatura no es fácil y la que tuvo lugar en Madrid con fotografías escogidas de escritores españoles desde los tiempos de Galdós ha sido emblemática y, todo hay que decirlo, pionera en Europa, que no suele prodigarse en figuras literarias cuando lo que vende es el arte plástico.
El Archivo Bolaño, que parte del propio archivo de la familia, se perfiló al modo de una investigación detectivesca, donde al visitante se le dan pistas, como si fuera un caleidoscopio , que perfilan una comprensión del universo literario del escritor a través de dibujos del propio Bolaño, cuadernos, libros, manuscritos, sobre todo de sus primeras publicaciones, y todo ello alumbrado o completado con un catálogo donde se incluyen textos de Enrique Vila Matas, amigo de Bolaño, Javier Cercas, una valorización de la poesía de Bolaño a cargo de Olvido García Valdés, con especial incidencia en los tres lugares emblemáticos en que había vivido Bolaño, Barcelona, Blanes y Gerona, una cronología de sus libros y, por último, una aproximación a los procesos creativos del autor. Ya digo, tuve la suerte de asistir a aquella exposición del archivo de un escritor, y digo suerte porque me interesó como muestra de lo que puede dar de sí lo literario como espectáculo. Yo no participo del fetichismo hacia Bolaño, que considero propio de una generación que no se educó con Julio Cortázar, es decir, la que ahora ronda los 45 años, y en esta valoración no estoy solo: un escritor venezolano como Juan Carlos Chirinos cree justamente lo mismo: valoración exenta de cierto sesgo pues pertenece por generación a los mitificadores de Bolaño.
En cualquier caso la muestra Archivo Bolaño es emblemática de lo que dan de sí las exposiciones sobre escritores y cree que así debe ser entendida y valorada, aparte de lo que podamos pensar sobre la excelencia literaria de su autor, pues es una muestra estructurada de manera muy inteligente y atendiendo en todo momento a la correspondencia entre lo que se expone y el universo literario de Bolaño. Para ello, claro, hay que tener cierto conocimiento exhaustivo de la obra del mismo.
Esta exposición es la apuesta de la Casa del Lector para su primer semestre, un poco al modo en la que hizo el pasado año sobre la Biblioteca de Pompeya, y que supuso un comienzo excelente en la programación de la institución. Ya saben, el mes que viene Bolaño... en Madrid. Se hablará de él hasta el cansancio.