Mientras se debate en Oviedo bajo cuerda si incluso debería cambiarse el nombre del Premio Príncipe de Asturias y si la hija mayor de Felipe de Borbón y Letizia, para entonces Felipe VI, debería asistir a la próxima entrega, nos enteramos de que el Premio Príncipe de Asturias de las Letras ha recaído en John Banville, por el que habían apostado el embajador español en Irlanda, Javier Garrigues, y el subdirector de la Real Academia de la Lengua, José Antonio Pascual, que habían conseguido, además, que de nuevo Murakami se convirtiera en el eterno aspirante al Premio, junto a James Salter, Juan Goytisolo y Pere Gimferrer, por los que nadie apostaban porque sabían que desde que el Premio recayó en Antonio Muñoz Molina el que se lo concedieran a un español era prácticamente imposible.
John Banville es el escritor irlandés de moda. Y decir esto es decir poco porque muchos creen que es el mejor escritor en inglés, comprendidos los británicos, los norteamericanos y los de la Commonwealth, lo que es decir mucho. A ello ha contribuido una excelente escritura, una escritura que tiene mucho que ver con su experiencia como periodista en el Irish Time mezclada con su pasión por la obra y el legado de James Joyce, autor por el que, confiesa, se hizo escritor.
John Banville, quien ha dicho que se avergüenza de sus novelas, es un narrador extraordinario, nada proclive a los géneros de moda y eso que comenzó como novelista escribiendo novela histórica y ha terminado como escritor de thriller, bajo el pseudónimo de Benjamin Black, como en La rubia de los ojos negros, donde revive a Philip Marlowe, el detective creado por Raymond Chandler, un encargo que se hizo a petición de la familia de Chandler y que Banville aceptó: el resultado es una de las grandes novelas policiacas de la actualidad, un libro apasionante que ha logrado que los lectores de Raymond Chandler hayan revivido por unas horas de lectura los viejos placeres que sintieron leyendo aquellos thrillers de antaño.
Sentimos tanto aprecio por John Banvile como escritor que nos hemos permitido ofrecer una guía de sus mejores libros. Es el homenaje más justo que se nos ha ocurrido.
• Copérnico: Fue la tercera novela de Banville y la gracia de este libro, su originalidad respecto al género consistió en que describe a Copérnico con sus sombras íntimas más inquietantes mientras la Iglesia le azuzaba por sus descubrimientos.
• El libro de las pruebas: Es un thriller plagado de sin sentidos y que incide en el absurdo del mal, banalizando incluso sus consecuencias. Es una novela escrita con una enorme dosis de inteligencia narrativa.
• El intocable: En este libro John Banville aborda el problema del espionaje protegido por las altas esferas. Apenas su protagonista, Viktor Maskell. disimila su similitud con Anthony Blunt, el historiador de arte de la Reina de Inglaterra que Margaret Thathcher pulverizó llamándole traidor en la Cámara de los Comunes. Un gran libro, que es una novela, sí, pero que esconde detrás al periodista del Irish Time.
• El mar: Para muchos el mejor libro de John Banville. Desde luego su libro más famoso. Trata de la historia de la fascinación de Max, un historiador de arte, por la familia Grace, en un relato descomunal sobre la nostalgia en un bello verano. Un extraordinario libro.
• Antigua luz: Otra vez un protagonista que tiene que ver con la cultura. En este caso Alexander Clave, un actor de teatro, rememora su primer amor, la madre de su mejor amigo. De nuevo la rememoración del pasado, tema preferido por John Banville y que el autor borda.
• El secreto de Christine: Es la primera novela escrita por John Banville bajo el pseudónimo de Benjamin Black. Es aquí donde aparece Quirke, uno de los personajes más famosos de la narrativa de Banville. Ambientada en el Dublín de los años 50, describe con enorme intensidad una trama de oscuros intereses familiares.
• Muerte en verano: De nuevo otra novela escrita por Benjamin Black. El magnate de la prensa, Diamante Dick, ha sido asesinado. Quirke investiga el crimen y se da de tope con el antiguo orfanato de su infancia. El mundo es terrible, desde luego absurdo y nos tememos, irredimible. Un libro donde la inquietud se torna casi física.
• Venganza: Otro libro de Benjamin Black, de nuevo con Quirke y el inspector Hackett y, de nuevo, con dos familias llenas de secretos, los Delahaye y los Clancy, y, claro, un suicidio que la mayoría de las veces es un asesinato. El libro se centra en los interrogatorios de Quirke y Hackett a los miembros de las familias. Un thriller de enorme calidad.
• La rubia de ojos negros: La mejor continuación que se le podía dar a la saga de Philip Marlowe. El libro, a pesar de ajustarse al canon de Chandler, es una novela de Banville. El mismo personaje central, Marlowe, es hombre ligado a la rememoración, a la nostalgia, muy en su línea. Su último gran libro.
Que los disfruten.