La suerte del Edificio España, en juego

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El Edificio España, en la actualidad
El Edificio España, en la actualidad / Wikipedia

El Edificio España, estructura emblemática que se erige en el arranque de la calle de la Princesa madrileña, en plena Plaza de España, corre peligro, al parecer y según denuncia una petición que vuela por la red. 

Tras la fallida operación especulativa que se produjo a comienzos de la crisis, en la que el edificio pasó de mano en mano hasta acabar en las previsibles manos del Banco (de Santander, en este caso), la soberbia mole de los Otamendi, ejemplo espléndido de arquitectura racionalista, uno de los primeros rascacielos de Madrid, puede caer en manos poco delicadas, por decirlo deprisa. Por lo pronto, el dueño actual ha intentado por todos los medios que no se conozca un largometraje documental realizado por Víctor Moreno, que cuenta la triste historia de este monumento civil, ejemplo de prosperidad en tiempos duros, ya que se ideó en 1947 y se terminó en 1953. Por suerte y por la solidaridad de muchos, no lo han conseguido y parece que el documental podrá contemplarse. Ahora toca saber dónde y hasta cuándo y si nos dará tiempo a verlo a todos los que queremos.

Poco dados al romanticismo de los paisajes, los españoles -digo, en general- padecemos también de cierto desapego hacia calles y casas de nuestras ciudades, a menos que nos toquen la víscera. Para los que se han hartado de pasar por delante del mítico Hotel Plaza o se hayan dejado perder por los laberintos internos de este edificio ciudad –muy a la moda de la Europa de los años cincuenta, a imitación de los rascacielos estadounidenses-, o subido a sus 29 ascensores, el vaciado de tripas a que está siendo sometido desde hace algún tiempo quizás pueda entristecerle.

Los implicados en el negocio monumental del Edificio España dirán que la vida sigue, y con ella, el progreso. Un progreso que sigue sin encontrar su significado profundo, como muestra el artículo de Miguel Angel Criado en cuartopoder: ¿progreso en el logro de extender el bienestar a la mayor cantidad de personas posible? Cada vez más lejos de eso.  Pues, en el mismo sentido, el destino de los edificios que significan algo para los habitantes de una ciudad se ve sometido a la avaricia de los hombres de negocios, poco dados al sentimentalismo.

Y, como siempre pasa, para que un buen negocio, un pelotazo como los de los años 80, pueda producirse debidamente ha de contar con la impagable ayuda de la política. En este caso, de la política de la Comunidad de Madrid, que acaba de sacar su reforma de la Ley del Patrimonio Histórico que algunos ya tildan de “Ley Contra el Patrimonio Histórico”, por algo será.

Como decía el Capitán Tan, amigo de Locomotoro, en mis viajes por lo largo y ancho de este mundo, he contribuido hace muchos años, cuando empezaba a caminar nuestra democracia, a defender algunos paisajes rurales y urbanos de mi Toledo casi natal. Recuerdo especialmente la lucha por que se preservara el aspecto de edificios que rodean la plaza de Zocodover, al menos por fuera. Eran edificios que albergaban un café, El Toledano, y tiendas de tejidos. El café, un negocio casi familiar, antiguo, acabó en manos de un banco. El almacén de tejidos corrió la misma suerte.

Al menos, nuestra protesta sirvió para que conservaran la fachada, pero la vida que se producía dentro, el intercambio social, personal, la alegría o las penas que dentro de esas paredes se contaran, ésas –como las golondrinas de Bécquer- no volverán. Eso sí es ley de vida; se comprende que a medida en que la gente se hace mayor va apechugando con sus pérdidas, la de la infancia, la adolescencia, la juventud… y con esas pérdidas, las de los edificios, plazas y actividades de cuando entonces. Pero preservar el paisaje urbano que nos ha acompañado y que nos gusta porque nos hace reconocible la ciudad, que es como nuestra casa, creo que es obligación moral de todos. No sé a ustedes, pero a mí, el destino del Edificio España me importa. Como debiera importarnos el del edificio de Clesa, otro ejemplo de arquitectura industrial de los 60, que amenazan derribar.

1 Comment
  1. juanjo says

    Otra prueba más de que el lendakari I. González y sus secuaces, cuando no son inútiles son funesto.
    ..
    O dicho de otra manera: Esperemos que, como ha sucedido en otras ocasiones anteriores, su inutilidad les impida llevar a cabo sus pérfidas intenciones.

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