Era de prever. Esta edición de ARCO, no había más que leer ente líneas las declaraciones de Carlos Urroz, es un experimento para poner orden en una Feria que hasta ahora ha sido un poco caótica, lo que en el fondo gustaba a muchos porque siempre terminaba colándose cierto escándalo no calculado por los organizadores. Esto quiere decir que en unos tiempos de crisis el poner en orden las cosas es deber para que éstas funcionen , pero también es cierto que se pierde en el camino frescura y cierto aliento crítico.
Hay espacios que se quieren muy modernos pero en el fondo adolecen del convencionalismo del término, tómese la expresión en el sentido más estricto de la palabra. Pongamos un ejemplo, lo de Ferrán Adriá en el Pabellón de El País, cosa que está muy bien, es moderno, fíjense bien, nuestro cocinero más internacional y demás, pero no hay que negar que previsible, lo que se dice previsible, lo es y en grado sumo. Pues bien, en cierta manera lo de Ferrán Adriá puede servirnos de metáfora de lo que puede dar de sí esta Feria vista en su conjunto: no hay sorpresas pero lo que se ofrece posee calidad ya establecida.
Así, si quieren contemplar un artista que bate récords de ventas pásense por la Galería Michael Schultz de Berlín: ha traído un Picasso valorado en 1.250.000 euros, pero posee un Gerhardt Richter, Abstraktes Bild, que cuesta 8,5 millones de euros. Quizá el más caro mostrado en este espacio.
La Galería neoyorkina Edward Tyler Nahem Fine Art se ha traido un Keith Haring, Untitled (Dog), que cuesta la friolera de un millón de euros, lo que demuestra que Haring sigue siendo artista que seduce especialmente a los coleccionistas.
Y, claro, Andy Warhol. La Galería Michael Schultz, expone de manera discreta un retrato de Doda Voridis. Está valorado en la modesta suma de 550.000 euros. Bastante más bajo de lo que acostumbra este artista en las subastas, que bate récords en las mismas.
Julio Le Parc, el artista argentino, está representado en dos galerías: la Fernández Brasso, donde hay un Fernando Palazuelo intenso y extrañamente bello, y en La del Infinito Arte, que es galería argentina. Como lo es también Tomás Saraceno, artista que expone obra en la danesa Andersen´s Contemporary. Su obra es inquietantemente bella, hermosa, sutil, llena de poesía. Las piezas expuestas son de lo que más me han gustado en esta edición de ARCO. Vienen bien, además, porque representan oasis en medio de la mucha banalidad circundante.
Y nos topamos con OPI, el artista de la multicultura, el artista que gusta a todo el mundo, el artista previsible, que navega entre el naif y el pop, entre el pop y el naif para turistas. Tan obvio es que su pintura se ha convertido en marca registrada. Expone en Mario Sequeira.
Y, cómo no, ¿lo dudaban?, Weiwei, el artista chino más mediático, ese que siempre arrestan en su país y que tiene la vocación cumplida de aparecer todas las semanas en los periódicos y televisiones de medio mundo. Lo trae Ivorypress, la prestigiosa galería madrileña. La obra en venta es de madera y se titula F-Size. Su valoración está en 200.000 euros.
Y Bill Viola, el artista más cotizado de la videoinstalación. Se venden dos obras suyas en la Galería Max Estrella por poco más de 100.000 euros. Viola ha sido protagonista recientemente en Madrid por la instalación de sus videos en la Academia de Bellas Artes de San Fernnado y por la representación de obras suyas en el Teatro Real formando parte de la representación de la ópera de Richard Wagner, Tristán e Isolda.
La Galería Elvira Gonzlaez exhibe un hermoso Alexander Calder, uno de sus móviles, también Sol Lewitt, también Robert Mapplethorpe... una de las galerías más acertadas dentro de sus más que cotizados artistas que, juntos, forman cierta coherencia estética.
Y ahora los españoles. Cristina Iglesias en Ivorypress, con dos serigrafías de inquietante factura. Antoni Tápies en la parisina Lelong , que llena una habitación con objetos suyos, al modo de una capilla sagrada. José María Sicilia, con sus flores enormes, en Chantal Crousel, de París. No olvidemos a Palazuelo, ya lo dijimos, en la Fernández Brasso, uno de los grandes del abstracto español.
Mención aparte: un autorretrato en bronce de Jaume Plensa, Heart of Tree, valorado en 220.000 euros, en la Edward Tyler Naham Fine Art. Plensa es, hoy por hoy, el artista español más valorado internacionalmente. Hay también otra escultura suya, esta de madera, Paula, en Lelong. Bella y precisa.
Picasso, siempre aparte, porque es artista recurrente en cualquier espacio, sea Feria o Museo. La Michale Schultz, poderosa donde las haya, trae obras del malagueño de gran calidad, Nu allongé et tête d´homme de profil, valorado en casi dos millones de euros y la galería Leandro Navarro, que expone Compoter, bouteille et verre, una pieza netamente cubista. Un millón de euros.
Guillermo de Osma trae una escultura de Martin Chirino, Homenaje a Marinetti, y la galería Javier López expone una escultura de la granadina Marina Vargas que es realmente espectacular, algo que es previsible en cada ARCO. Se trata de una réplica de la Piedad clásica, pero invertida ya que es Jesucristo la que sostiene a la Virgen, muerta y en la mano un corazón sangrante.
En fin, Juana de Aizpuru, que nos trae a Cristina García Rodero, a Alberto García Alix, Rogelio López Cuenca, y Cristina Lucas, con una instalación en que unas figuras se cuelan en un cuadro de Mondrian. Esta joven artista es una de las esperanzas blancas del arte español de hoy: expone en Matadero actualmente, Es Capital, una serie de trabajos sobre el sistema capitalista de enorme lucidez.
Hay que parar. Casi no menciono a Maruja Mallo, a Torres García, el uruguayo, la inquietante Liliana Porter... y los finlandeses, de los que ya dimos cuenta en cuartopoder.es con algunos de sus artistas.
Mencionar, estamos ya al final, el área de descanso diseñado por Andrés Jaque, muy adecuado para parar después de tanto ajetreo. Se agradece.
Lo guay es lo previsible. Sobre todo con tanta figura. Pero atiendan a nombres como el de Cristina Lucas, por ejemplo. A ver que sucede.