El ‘Malagadou’ da sus primeros pasos

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 Imagen del cubo de cristal en el Muelle 1 del puerto de Málaga que corona el espacio de más de 6.000 metros cuadrados en el que se ubicará el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou de París. / Jorge Zapata (Efe)
Imagen del cubo de cristal en el Muelle 1 del puerto de Málaga que corona el espacio de más de 6.000 metros cuadrados en el que se ubicará el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou. / Jorge Zapata (Efe)

Es la tendencia dominante que se abre paso hoy día como remedio para que en el futuro no haya males mayores: las grandes instituciones culturales europeas, producto de una concepción pública y nacional del patrimonio cultural, ven como la globalización y la liberalización extremas están comenzando a minar esa concepción que se produjo en el siglo XIX y que ha dado resultados espléndidos y necesarios en el desarrollo cultural de la Humanidad.

Hoy día hay dos factores que comienzan a resquebrajar esa manera de entender la función pública. Por un lado hay galerías privadas que ya están haciendo la competencia a muchos museos nacionales instalándose en la periferia de las grandes ciudades, como la Pantin del marchante Thaddaeus Ropac a las afueras de París, o la Gary Nader, en Miami,  y acumulando enormes cantidades de objetos artísticos; por otro, países hasta ahora cerrados a la cultura occidental, sobre todo a la representación artística, por una cuestión de estatus y de especulación financiera, están invirtiendo en enormes y costosas instalaciones de centros de arte, como los Emiratos Árabes Unidos y, ahora, la propia Arabia Saudí, el país del puritanismo musulmán y custodio de los Sagrados Lugares del Islam.

De hecho Kalifa al Tani es la mujer catarí más poderosa hoy día en el mercado del arte y ha sido la artífice de la compra del tríptico de Francis Bacon dedicado a su amigo Lucian Freud que ha roto todas las expectativas de las casas de subastas, sobre todo las grandes, como Sotheby´s y Christie´s. Esta actitud ha llevado  a que estas instituciones se planteen abrir sucursales para dar salida a su patrimonio, en algunos casos, inmenso, y especular con ello. El Louvre, por ejemplo, tiene sede en Abu Dabi y recientemente ha habido una exposición, que finaliza esta semana, que se ha instalado en unas carpas en Dharhan, el centro administrativo de la región petrolera saudí, en el mismo sitio en que se  instaló la primera explotación petrolífera en 1937, y donde se tiene proyectado abrir el King Abdolaziz Center for World Culture, un inmenso centro cultural de 54.000 metros cuadrados, donde el Centro Pompidou ha colgado obras de Picasso, Alexander Calder, Yves Klein y De Soto, una exposición que para quitarle todo vestigio de representatividad figurativa, se ha llamado Colores puros.

La noticia reciente la ha dado Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, en unas declaraciones en las que ha afirmado que el Centro de Arte Georges Pompidou, que tiene puestos sus ojos en el Golfo, abrirá sede en Málaga, lo que junto a la inauguración de la que posee el Thyssen en la ciudad andaluza y el Museo Picasso, coloca a ésta en una de las ciudades españolas, quizá después de Madrid, Barcelona y Valencia en sede puntera respecto al arte moderno. Las cifras son muchísimo más modestas que las que se barajan en los Emiratos y en Arabia Saudí, 6.000 metros cuadrados que se ubicarán en el Muelle 1 del puerto malagueño y que estará coronada por una torre de cristal que hará las veces de lucernario, torre a la que se la conoce como el Cubo.

El Ayuntamiento pagará al Centro Pompidou un millón de euros anuales, que el alcalde cree que estará sufragado por empresas francesas con intereses en Málaga o empresas españolas ubicadas en territorio francés.  En cualquier caso Unicaja está por medio y la cosa parece pintar bien, a pesar de las polémicas que han surgido por doquier, pues salvo en Metz, la única ciudad fuera de París donde el Centro Georges Pompidou ha abierto sede, será Málaga la siguiente en la lista de la desubicación del centro cultural francés. Eso consolida a Málaga y su entorno de la Costa del Sol, lleno de turistas, como reclamo obligado de un centro artístico bien consolidado y puntero. En este sentido cabe decir que la importancia de Málaga como centro cultural va parejo al de su aeropuerto, lo que significa que las instituciones culturales saben del enorme potencial de esta zona, sobre todo la que tendrá en un futuro.

Todo está previsto con cierta visión, hasta los contenidos culturales, que se harán conjuntamente entre un representante del Pompidou y José María Luna, director de la Fundación Picasso. Se tiene previsto que el centro se inaugure en 2015, ya que para los presupuestos de la ciudad en el 2014 hay una partida de 2, 5 millones de euros para acondicionar el espacio.

El Centro Georges Pompidou cedería una parte de piezas de arte moderno y contemporáneo, por lo que Málaga tendría cubierta una buen aparte del espectro histórico: el siglo XIX con el Museo de Bellas Artes, de próxima apertura, el Museo Picasso, el Museo Carmen Thyssen y el Pompidou, que cubrirán con creces el siglo XX.

Un proyecto que causa expectativas de cambios profundos en una zona azotada por la crisis, pero que no nos puede hacer olvidar que Málaga es parte de una estrategia global que tiene al Mediterráneo como zona de ocio donde la cultura formaría parte de la tajada financiera del asunto. Casi es una cuestión más de estrategia comercial que de una profunda querencia por elevar el rango cultural de la zona. El mundo del arte se faja hoy día por intereses puramente económicos, y a corto plazo: es su fuerza pero también su enorme punto débil. En realidad, si se piensa bien, siempre se están ofreciendo los mismos nombres que rotan de un lugar a otro del globo, como en un tíovivo. Picasso en Málaga, Picasso en Dharhan, ahora… y eso tiene un límite. El del hartazgo.

Malagadou está dando sus primeros pasos, a pesar de las reticencias de algunos sectores, que todavía recuerdan el fiasco del Museo de la Gemología, en la sede de la Antigua Tabacalera, que costó 8 millones de euros al erario público y que nunca vio la luz.

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