Un extintor para Bárcenas

Pascual García

Extintor_Bárcenas
Imagen: Wikipedia

– ¿Y tú a dónde crees que vas, pringao?

– A tomar unos cubatas y a echar unos bailes, como todo el mundo.

– Eso está muy bien, pero no sé si te has fijado en que ninguno de los señores que han pasado antes que tú y que seguro que entran aquí por las mismas razones que tú llevaba deportivas y calcetines blancos.

– ¡Pero a mí me gustan mis zapatillas y mis calcetines blancos!

– Pues tendrás que lucirlos en otro garito, gilipollas.

Vale, reconozco que igual fue una reacción desproporcionada. Agarrar el extintor  y meterle cuatro viajes en la jeta al matón ese no fue una decisión equilibrada. Lo reconozco, pero lo pagué con cuatro años de cárcel…

– ¿Pero quién te dice nada? ¿Por qué sigues dando por el culo con esa historia desde hace veinte años? ¿Por qué me la sigues contando desde hace veinte años, tío?… Además, tú ahora estás al otro lado. Eres el puto portero de la disco, joder…

– Es que esta noche he vuelto a hacerlo. Estaba allí, con esa cara de chulo de putas, y me ha escrutado igual que aquel maldito cabrón lo hizo entonces. Me ha clavado los ojos en las zapatillas, en los calcetines blancos, y un segundo antes de que su dedo corazón alcanzara la altura de mis narices he cogido el extintor de la entrada y le he metido cuatro viajes de los buenos. Se ha montado la de Dios es Cristo. Ha sido como la ceremonia de los Goya.

– ¿Y por qué?

– Solo sé que el tipo, según el comisario, era un tal Bárcenas.

– ¿Y?

– Nada. Me han dado esta medalla de plástico y me han dicho que me viniera para casa.

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