Caracoleo de sotanas en el Vaticano

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Un grupo de cardenales, fotografiados ayer mientras conversaban en el Vaticano tras conocer la renuncia de Benedicto XVI al Pontificado. / Efe-L'Osservatore Romano

El papa Benedicto ha dicho que tira la toalla, son muchos años, y las intrigas del Vaticano lo tienen exhausto. Los Vatileaks y las peleas por el poder terrestre de los hombres de la cosas de Dios han hecho mella en su delicada salud. Y es que hay hombres de las cosas de Dios que son de lo peor de cada casa. Lo dice muy bien Miguel Mora en El País. 

El buen Papa está agotado y quizás piense que merece la pena dejarlo todo y marcharse a un lugar seguro. Ya sabemos cómo se las han gastado en esos largos y brillantes pasillos, en otros tiempos. Los tiempos actuales no son muy diferentes. La Iglesia aún no ha explicado bien lo que le sucedió al antecesor de Juan Pablo II, de qué murió el papa Breve. Nunca olvidaré sus palabras cuando salió a saludar a los fieles, recién nombrado: “Appena è cominciato il pericolo per me…”  Y tanto.

No habrá cadáver -espero, pobre señor- ni exequias ni retrasos funerarios, pero sí tendrá que haber cónclave y ceremonias y fumatas. Desde el 28 que viene hasta la elección del nuevo pasarán unas cuantas semanas, quizás tres. Lo más probable es que Ratzinger no sea ya quien presida la Semana Santa de este año.

Los papas no dimiten, renuncian. El bullying que debe haber sufrido Benedicto XVI ha sido una prueba excesiva hasta para un intelectual de su talla, capaz, se le supone, del  extrañamiento husserliano que le aleje de contagios por las batallas terrestres por el poder.

La silla de San Pedro será calentada por otras santísimas posaderas que ya están alimentando esperanzas. Las quinielas papales crecen como la nieve en Navarra estos días. ¡Qué manera de nevar!

Hay quien aboga porque el Papa que venga sea americano, porque ya está bien de viejo continente. Claro, las naciones y los colores -¿para cuándo un papa negro y no me refiero a que sea jesuita precisamente?- no influyen en la elección del ingeniero de puentes vaticano. De ser así, aunque hay dos candidatos potentes en el continente americano, el orondo arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan debería tener posibilidades: un tipo gordito y joven –sólo 62- que habla inglés, una lengua franca más moderna que el latín, quién lo duda, y que podría mover a conversiones al catolicismo en aquel país. Aún recuerdo la emoción de los estadounidenses cuando el viaje de Juan Pablo II. Claro que aquel Papa tenía carisma, palabra que viene de un verbo griego que significa “agradar, hacer favores”.

El brasileño, Joâo Braz, también joven, no convencerá a los miembros del cónclave dada su inclinación por la llamada teología de la liberación. Tiene a su favor la mayor parroquia del mundo, pero en el Vaticano prefieren no oír hablar de liberación ni de exceso de derechos humanos ni de cosas de ésas que no encajan bien en sus salones. Ya lo decía Francisco de Asís que flipó en colores cuando vio en vivo y en directo cómo se lo montaban sus monseñores.

Total que, sea quien sea, sólo hay una cosa segura: el nuevo Papa será un hombre hecho y derecho, un hombre con pelo en pecho, como suele decirse, ya que la Iglesia aún no se ha decidido a mojarse con el asunto del alma femenina, que aunque exista, según ella, desde el siglo XIV, igual no es un alma de tanta calidad como la masculina y por eso…  En cualquier caso, seamos compasivos y deseemos que los dioses se apiaden del futuro Papa.

1 Comment
  1. me says

    De Papas no voy a opinar, pero esa foto es muy apropiada para San Valentin!

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