Esas ruinas valiosas que nos hablan

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Imagen del yacimiento arqueológico de La Bastida (Murcia). / uab.es

El otro día, la prensa daba cuenta de un valioso descubrimiento arqueológico cerca de Murcia –antes de las inundaciones pasadas– en La Bastida (Totana). La noticia la comentaba El País que destacaba que se trata de una ciudad de la edad de Bronce, de mil habitantes, rodeada por una fortaleza , considerada como la primera ciudad europea. Un hallazgo de campeonato.

El yacimiento no es nuevo; había sido descubierto por Rogelio Inchaurrandieta y Páez, un científico del siglo XIX: restos de la civilización argárica que se desarrolló entre los años 2200 y 1100 antes de Cristo.

Es normal que entre tantos sobresaltos diarios de primas de riesgo y amenazas de intervención, supuestas hambrunas y paro galopante en España, este tipo de noticias pasen desapercibidas. ¿A quién demonios va a interesarle un montón de piedras que erigieron unos antepasados tan antepasados? Está el horno como para piedras.

Sin embargo, el descubrimiento coloca ese yacimiento entre los más interesantes de Europa por la cantidad de información que desvela. Que se trata de “una obra pensada para el combate”, según el profesor Vicente Lull que dirige las obras; que fue construida con ideas avanzadas, adelantándose a su tiempo (hace unos 4500 años), por gentes quizás provenientes de Oriente, dado lo singular de la fábrica; que la necesidad de tal maravilla de fortaleza se debía, muy probablemente, a que tales gentes impusieran la violencia como moneda de relación con los aborígenes del lugar y con posibles invasores.

Lo que me recuerda tantos yacimientos importantes que –como éste- suponen algo único en Europa pero que duermen su siesta secular porque el dinero nunca llega para este tipo de tesoros. Las ruinas gaditanas fenicias de Doña Blanca, las del Cerro del Castillo, en Chiclana  y las de Punta de la Vaca . Cádiz es un filón.

Hace ya años, las excavaciones de Doña Blanca fueron cubiertas de arena para su protección, por orden de la Junta de Andalucía, a falta de dinero para proseguir con los trabajos que había promovido el catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz, Diego Ruiz Mata, desde 1979 a 1995. Para el  doctor Ruiz Mata, ese asentamiento parece haber sido la Gadir fenicia y el lugar donde ahora está Cádiz, habría sido la necrópolis.

Doña Blanca es importante porque se trata de un asentamiento que se mantuvo evolucionando durante seis siglos, como muestran sus estratos, y además, se conserva muy bien. Hace cuatro años, se encontró un grafito tartesio que habla de la cultura fenicia en contacto con la indígena, en ese asentamiento.

La potencia arqueológica que es Cádiz en historia fenicia se ha visto marginada frente a los restos de la época musulmana que les gustan más a los políticos andaluces, por la razón que sea. Así que la misteriosa herencia fenicia, de la que todos parecen renegar, tuvo que ceder ante las ruinas de Medina Azahara, del siglo X, más exitosas desde el punto de vista turístico.

Son tiempos de escasez los que vivimos, dicen, y las ruinas dormirán su largo sueño hasta que otra glaciación convierta a los terrícolas en gentes más evolucionadas que los que ahora poblamos el planeta, motivados aparentemente sólo por el dinero.

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