Si no puedes con tu enemigo, mira a ver si merece la pena lo que dice y hace y alíate con él. A lo mejor no es tan malo ni va a perjudicarte tanto como piensas. Esto puede sonar a cínico y probablemente lo sea, pero también es práctico y, si bien se aleja de los ideales de la heroicidad por la defensa de los principios inmutables –es un exagerar-, también es cierto que queda dentro de los supuestos que han hecho progresar a los pueblos. Miren, si no, lo bien que les va a mis admirados anglosajones.
Desde los tiempos de Fernando Lázaro Carreter, no se le puede negar a la Real Academia Española una capacidad diligente de adaptación a los tiempos que corren Esto tiene su mérito porque, en materia de modas y palabras, es muy arriesgado adoptar términos que pueden quedarse viejos cuando ya dejen de usarse. A ver quién habla hoy de yeyé, flirt y cosas así.
En el diccionario que la RAE ultima para 2014 se contemplan definiciones como pepero, sociata, y friki, entre otros, pero también tuiteo, tuitear y tuitero que, hasta ahora, no tenían tarjeta de visita más que en la boca de millones de internautas. Pero, no contenta con admitirlos, la RAE se lanza en plancha al bosque de pajaritos -de hecho, este canal lleva un año funcionando- dispuesta a tuitear lo que se le pase por delante, como cada hijo de vecino.
Todo esto se sabe después de que presentara un libro que publica la Fundéu –Fundación del Español Urgente- sobre Escribir en Internet. Guía para los nuevos medios y las redes sociales, en el que ha colaborado la RAE. Tiene su punto de ironía que lo edite Galaxia Gutenberg, por cierto.
Para los escandalizados por el lenguaje escrito de la red, entre los que me contaba, las palabras del director de la RAE no dejan de apaisar inquietudes: no se trata de que el lenguaje que se usa en los tuits, sincopado, esquemático y con faltas de ortografía amenace al idioma. Para José Manuel Blecua, se trata de que la gente aprenda en la escuela bien la gramática y el uso de su propia lengua, que la escuela les inculque el deseo de leer buena literatura, que después ya emplearán el idioma según sus necesidades. No es lo mismo escribir “ola” para saludar porque no se sabe su ortografía, que hacerlo para ir más deprisa, pero sabiendo que se escribe con “h”. Además, los manuscritos medievales están llenos de abreviaturas y –ha recordado Blecua- la lengua ha sobrevivido.
Que se haya elegido al líder de Siniestro total, Julián Hernández, en la presentación de la obra indica hasta qué punto a la RAE le interesa no quedar fuera de la consideración de la población joven española. No es que Hernández sea muy joven que digamos –el tiempo pasa también para los roqueros-, pero sí representa la idea juvenil que encarna el punk rock. Por cierto que, para una vez que se incluye a la música a una presentación de la Academia, casi nadie lo ha destacado. No me refiero a Siniestro total sino al grupo de cámara que interpretó The Typewriter, de Leroy Anderson, pieza que hizo célebre Jerry Lewis en una de esas películas.
En cuanto a los mandamientos del tuiteo, los hay que convencen al más recalcitrante: ve al grano, usa terminología justa y no digas lo que no te atreverías a decir en un ascensor. Esto último evitaría muchas sandeces e insultos claramente innecesarios, tanto las unas como los otros. Mola.
Confieso que, aunque tengo una cuenta en twitter no la uso casi nunca porque no le he pillado el tranquillo. A lo mejor ahora que sé que hasta la RAE se ha apuntado me animo a aprender para qué demonios sirve estar todo el día pendiente de soltar tres cosas cada medio minuto y así comunicar al mundo tu inquietud del momento. Hasta la vieja institución me ha ganado la partida. Qué bochorno.