Desde el 2 de marzo, en la sección de Panorama Internacional del Festival de Cine de Guadalajara, México, se exhibe la película Leonora Carrington, el juego surrealista, de Javier Martín Domínguez, antiguo compañero de tareas radiofónicas.
Javier iba un buen día a entrevistar a la artista británica, vestigio del surrealismo, en su casa mexicana, para incluir la filmación en un trabajo más general, pero la tarde corta que calculaba le tomaría el encuentro se convirtió en diez días, en los cuales, no pararon de charlar de muchas cosas. Un material así había que aprovecharlo mejor, de modo que nació este documental singular, emocionante y lleno de interés que ojalá se pueda ver en toda España.
El Festival Internacional de Cine de Guadalajara es imponente a juzgar por la página oficial que contiene toda la información de películas, cortos y documentales de modo que cabe esperar que la película sobre Carrington no quede aparcada como tantos filmes interesantes que no llegamos a ver.
Cuando Leonora Carrington murió, el año pasado, no tuve ocasión de escribir sobre ella, de modo que la película de JMD me viene muy bien para hacerlo ahora. Ya es casualidad que su nombre coincida con el de la gran amiga de los Bloomsbury, a quienes Leonora también trató, Dora Carrington, artista también, aunque con muchas diferencias, que falleció en 1932.
Leonora pintó, esculpió, modeló, escribió libros El séptimo caballo, La dama Oval, La trompetilla acústica, La casa del miedo, Memorias de abajo, tuvo hijos. En su biografía no falta una corajuda lucha contra los nazis y el autoritarismo. Una valerosa defensa de la libertad que le valió ser tratada de loca, cuando se refugió en España huyendo de la Francia ocupada por Hitler, donde se había quedado, detenido por las autoridades del régimen de Vichy, su gran amigo el pintor alemán Max Ernst.
Vivió tiempos revueltos que le dieron ocasión de conocer a grandes personajes. En México trabó amistad con la pintora española Remedios Varo, aquel era el México de los ilustres exiliados, de cuantos buscaban refugio de las furias de las guerras y las postguerras. También conoció a Luis Buñuel cuyas películas se cuidó mucho de ver.
La película de JMD no tiene voz narradora sino que los personajes que la ocupan cuentan las cosas: la propia Carrington, su hijo, su amiga Elena Poniatowska, que ha escrito una biografía novelada Leonora (Seix Barral), Carlos Monsivais y otros.
Comprendo la emoción de JMD al compartir tantas horas de charla con una mujer excepcional, de vida intensa –ella decía que “aburridamente normal”- que encerraba en su cuerpo arrugadito la pasión de vivir y crear. Un mito vivo, cuyo comportamiento con el cineasta fue más que natural, acogedor. El genio que riega una maceta a la entrada de la puerta de su casa, de paso, como acordándose de que necesitaba agua, y te prepara un café apartando de su camino una escultura que estorba. Una escultura propia, por supuesto. Y te habla de cuánto les gustaba a los surrealistas, allá en París, jugar a “Si fueras una flor…”
He experimentado, como periodista, alguna vez esa emoción de conocer en su salsa a una persona genial. Lo bueno es ser capaz de reproducirlo. Que lo veamos.
Gracias, Elvira, por recordárnosla. Dejo aquí un documental interesante!
http://www.youtube.com/watch?v=wkKRPPrN5KE
Dora Carrington in Silence (Suicidios Ejemplares)
http://silence-silencers.blogspot.com