La dimisión de dos de los 20 especialistas del Comité Científico del Museo del Louvre, a propósito de la restauración de La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana, de Leonardo da Vinci, ha servido como pretexto en España para, al menos, desempolvar alguna que otra información relacionada con la restauración de Bienes Culturales y Patrimonio, con lo que tendrá que torear el recién nombrado Director General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas, Jesús Prieto .
Uno de los dimisionarios franceses es Ségolène Bergeon Langle, considerada la mayor experta en Leonardo, incluso irreemplazable, por el norteamericano Jacques Franck, otro leonardista, miembro del comité del museo parisino. Bergeon cree que la restauración ha sido demasiado agresiva, hecha "como para agradar al gran público". Me gusta la respuesta que ella dio a los responsables del Louvre, cuando éstos quisieron liquidar la cuestión afirmando que se trata simplemente de una discusión estética, un capricho: “A pesar del gran progreso de nuestras competencias, debemos llevarnos por la modestia. Llegarán materiales mejores y más fáciles de controlar. Debemos dejar algo de trabajo a las futuras generaciones". Es decir, que hay un componente ético también. Incontestable.
En casa, tenemos otro ejemplo similar, por la importancia del cuadro y del pintor. Se trata de la restauración del Caballero de la mano en el pecho, de El Greco, realizada en el año 1996 en los talleres del Museo del Prado, por Rafael Alonso, restaurador del museo que fue premiado con el Nacional de Restauración en 2010. Una restauración agresiva, a decir de otros expertos, que se llevó por delante la firma del pintor cretense con la excusa de que era falsa y tenía faltas de ortografía (sic), además de aclarar demasiado el fondo oscuro del cuadro.
Ese mismo año, un informe oficial de Carmen Garrido, Jefe del Gabinete Técnico del Museo -cofundadora del mismo, por cierto, junto a José María Cabrera-, desaconsejaba la manera como se estaba llevando la restauración, lo que fue desoído por el entonces director de El Prado, Fernando Checa. Lo de que la firma fuera falsa y tuviera faltas de ortografía, como mantenía el restaurador para justificar la veladura gris que puso encima, lo negó, además de Garrido, Inmaculada Pérez, especialista del CSIC.
Hubo mucho revuelo entonces, ya que también se discutió otra afirmación del restaurador sobre que el fondo oscuro fuera un repinte al óleo realizado en una restauración de 1858. Resulta que hoy sabemos que lo hizo Vicente Poleró, conocido por su moderación metódica a base de intervenciones reversibles. El empeño de un diputado de Nueva Izquierda, Manuel Alcaraz, y el esfuerzo de Emiliano Cano, licenciado en Bellas Artes, que produjo este documental explicativo, calentaron el asunto. Como las preguntas siguen esperando respuestas concluyentes, quizás el ministro de Educación y Cultura se anime a poner el proceso en marcha de nuevo.
Conviene recordar que el Gabinete Técnico del Museo del Prado es uno de los más competentes que hay en el mundo y que, cuando se fundó, supuso una innovación fundamental en la estructura de un museo que es una de las pinacotecas más importantes. En demasiadas ocasiones, parece que a algunos directivos del museo le importuna el gabinete o determinados miembros muy competentes del mismo. De nuevo, en la Historiade España, las individualidades superan con mucho a las autoridades con mando en plaza. Y otra vez, por desgracia, esas autorizadas individualidades son desoídas y despreciadas. Así nos va.
La otra noticia relacionada es la arremetida que el diario Levante ha lanzado contra el Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, obra y gracia de Carmen Pérez, su creadora y directora, en la que pone en entredicho la labor del centro, acusándole de restaurar demasiado deprisa. La aludida ha declarado a cuartopoder que la Consellería de Cultura valenciana hace tiempo pidió al IVR+C el simple dato del número de obras restauradas, sin interesarse por nada más, ni los trabajos previos, los colaboradores exentos que trabajan en ellas, los materiales utilizados, etc. El diario usa ese dato, descontextualizado, para criticar el trabajo del centro, lo que suena a reacción de alguien descontento, desde luego, pero no sé si con el trabajo que desarrollan allí o con algo más particular. Como dice esa canción popular: "Quítate tú para ponerme yo". La reducción que hace el diario Levante, destacando el hecho además en su editorial, de un centro tan complejo y completo es, como poco, sospechosa.
Cuando Carmen Pérez acometió la tarea de crear el instituto y llevarlo adelante contra viento y marea, nadie apostaba un duro por su éxito. Hoy es un centro de referencia internacional, relacionado con otros de su especie por todo el mundo y al que contribuyen expertos y restauradores de todas partes. Así que el caramelito ya es apetecible por lo que dará más que hablar y aquí lo diremos.
Me gusta esa actitud de la gente comprometida que considera la dimisión no sólo como una decisión forzada cuando uno ha hecho mal su trabajo, sino también como una decisión voluntaria cuando uno no quiere convertirse en cómplice de las pifias de los demás. Aplaudo la actuación de Bergeon. Si muchos tomaran ejemplo en nuestro país, otro gallo nos cantara.
A Carmen Garrido la han echado del Prado recientemente…los motivos oscuros y nada claros pero parece que relacionado con la inmovilidad de la mayoria de restauradores «de la vieja escuela»i su negativa a reciclarse ante el caracter científico que Carmen quería imprimir a la profesión.
Siento decirlo pero a Carmen Garrido no la han hechado del Prado. No inventéis.
Cecilia, se te ha colado una hache que causa rubor.
Por favor abrir mi blog Enrique Garcia-Herraiz- Investigaciones de Arte. Mi entrada sobre la cueva del El Greco alumbra un misterio con una posible obra nuevs