Lo que hay que temer

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Radoslaw Sikorski, ministro polaco de Exteriores. / Wikipedia

El ministro de Exteriores polaco, Radek Sikorski, ha hablado de manera directa y valiente en Berlín, al cierre de la presidencia de turno polaca de la Unión Europea, el pasado día 28 de noviembre. He leído despacio el discurso y creo que merece la pena que traiga aquí algunos aspectos. Mientras lo leía, recordaba la actuación del actor secundario en la película de Ernst Lubitsch, To be or not to be (1942), al recitar los versos de Shakespeare, -"si nos pinchan, ¿no sangramos?"- en la que el genio alemán consigue hacer risas de la tragedia polaca, en plena guerra todavía, sin que crujieran las carnes de los espectadores. Sólo que el señor Sikorski lejos de quejarse de la injusticia le ha leído la cartilla a Alemania con gran delicadeza no exenta de contundencia. Y no sólo a Alemania.

El discurso trata de la urgencia de salvar la zona euro, de cómo se entró en la situación actual, de por dónde salir y adónde queremos llegar, de lo que Polonia ofrece y de lo que Polonia pide a Alemania. De qué se perdería si se echara a perder el euro. Apelando a Kant, el ministro habló de honradez y responsabilidad como imperativos categóricos en el fundamento de todo orden moral, elementos indispensables, al que se une el de solidaridad, para que algo como este proyecto común gigante funcione. Fue un buen comienzo que ya pondría la mosca detrás de la oreja a unos cuantos.

Defendió que ni la ampliación de la UE ni la crisis del euro han sido detonantes de la situación actual, ya que, en el primer caso, los países fundadores de la Unión se beneficiaron enormemente con sus exportaciones a los países nuevos. En el segundo caso, demostró con cifras la buena salud de la moneda, para concluir que es la pérdida de credibilidad de Europa lo que ha generado este grave problema, de modo que –dijo- eso es lo que hay que restablecer.

Tras abogar por una federación auténtica, con fuertes instituciones garantes de la democracia y la autonomía de sus miembros, el ministro polaco precisó los paquetes que la presidencia polaca ha ayudado a sacar adelante, muy especialmente el establecimiento de los límites de deuda (60 % PIB) y de déficit (3% PIB) de los estados miembros. Apeló al Banco Central Europeo a que actúe como un banco de verdad y a la conveniencia de un nuevo Tratado para fortalecer y hacer efectiva la UE: “Cuanto más poder demos a las instituciones federales más seguros se sentirán los estados miembros de sus propias prerrogativas”.

Pero hay un par de cositas que me interesan especialmente, aunque el discurso no tiene desperdicio y lo dejo aquí enlazado para quien lea inglés. Demostró cómo los números no se ajustan a los estereotipos cuando desveló que dos países de los nuevos, Polonia y Eslovaquia, son los que más crecen: un 15,4 y un 8 por ciento respectivamente. Considerando que la media de la UE está en el 0,4 por ciento, a lo mejor habría que reconsiderar qué países van a ir en el furgón de cola y cuáles en la cabecera del tren, en esa Europa de dos velocidades que algunos quieren, ironizó.

Recordó al primer ministro Cameron que el fracaso de la zona euro dañaría enormemente a la libra esterlina y, tras admitir que preferiría a Gran Bretaña dentro del euro, le rogó que, si no puede, al menos, deje a los demás salir adelante y que “empiece a explicar a su gente que las decisiones europeas no son ‘diktats’ de Bruselas sino resultado de acuerdos en los que Gran Bretaña participa libremente”, en un sutil ejercicio crítico del comportamiento británico de escurrir el bulto ante los problemas comunes y pretender al mismo tiempo tener velas en el entierro.

Puso en evidencia que la deuda total de GB supera el 400 por ciento su PIB y que quizá los mercados no vayan a favorecerle siempre.

En cuanto a Alemania, Sikorski detalló las grandes ventajas que recibe de la UE, algo de lo que la canciller Merkel no suele hablar. Examinó las veces en que Alemania ha roto el Pacto de Estabilidad, cómo al vender sus inversores bonos de países expuestos mientras se ponían luego a salvo, los costes de préstamos alemanes son menores de lo que serían en circunstancias normales.

Pido a Alemania que por su propio bien y el de todos ayude a salvar y hacer próspera la UE –dijo-. Ustedes saben muy bien que nadie más puede hacerlo”.  Dejando un silencio valorativo –como se dice en la radio- el ministro aseguró: “Temo menos el poder alemán de lo que empiezo a temer la inactividad alemana”.

Fue, probablemente, la coincidencia de recordar los horrores de la SGM y la lectura de este discurso lo que me hizo tan impresionante su contenido, la elegancia y contundencia del texto; la valentía de espetar en el corazón de Alemania lo que siente un polaco con conciencia y con memoria. Aplausos para él.

2 Comments
  1. Mara9 says

    Hay quien dice que en los próximos cien años, Polonia será el país más emergente de la Unión. Atentos.

  2. Jonatan says

    Aúpa Polonia.

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