Ofelia de Pablo
La ciudad que un día fue hogar de Hemingway, de Nat King Cole o del mismísimo Al Capone, hoy ha dejado de vivir a la sombra de Nueva York para convertirse en “la primera ciudad” –como predican sus habitantes. Gentes de todos los lugares acuden a redescubrir el mundo cosmopolita de la urbe de los rascacielos donde conviven en armonía las tiendas de superlujo de la Milla Magnífica -su arteria principal- y las pequeñas boutiques de diseñadores del Wicker Park. Los restaurantes a la última del West Loop comparten escenario con los mejores puestos de perritos calientes del país y en sus calles los afroamericanos, los polacos y otras mil nacionalidades se dan la mano mientras se escuchan los mejores acordes de blues cerca del impresionante Museo de Arte Moderno.
La barcaza se desliza lentamente por el río que vertebra y da nombre a la ciudad. A ambos lados de las aguas emerge un mundo de cristal, acero e inmensidad vertical que conquistan el espacio. Navegamos entre algunos de los gigantes arquitectónicos más relevantes del planeta y sus enormes figuras ascienden queriendo rozar el cielo, formando un skyline que compite en volumen con Hong Kong y en altura con la mayor torre del mundo, la futura Burj en Dubai. Tras el incendio de 1871, en el que se quemaron dos tercios de los edificios de Chicago -eran de madera-, se encargó la reconstrucción a los mejores arquitectos del momento, se les dejó esparcir su creatividad por el loop -el centro- y el resultado es la espectacular capital de Illinois que contemplamos. Elegantes torres que se asoman en el mar infinito del lago Michigan, sus orillas son un espejo perfecto, sobretodo desde Promontory Ponit, uno de los mejores lugares desde donde contemplar el atardecer de la ciudad.
Un plano de irrealidad conquista al viajero cuando sus ojos se posan en la Sears Tower -el más antiguo de los más altos del mundo-, construidas en los años 70, o se dejan seducir por las líneas del Aon Centre -conocido familiarmente como Big Stan-. Pero, sin duda, una de las mejores experiencias es subir a lo alto de los 400 metros del John Hancock Center y asomarse al vacío de sus cristaleras desde el que se divisan cuatro estados del país: Illinois, Michigan, Indiana y Wisconsin -80 kilómetros a la redonda.
Un español marca la pauta del arte en el centro de Chicago, su obra, la Fuente Crown, y él, Jaume Plensa. Se confiesa emocionado por haber podido participar en un proyecto de esta índole en una ciudad tan reconocida por el arte. Entre las esculturas de Picasso, de Chillida o la recién inaugurada Marylin Monroe de Seward Jonson, también conviven unos gigantescos cubos donde diferentes rostros de personajes reales de Chicago se ríen y arrojan agua a los divertidos chiquillos. Los ciudadanos se han prestado a la performance que muestra el contenido cosmopolita de esta sociedad, todas las razas y todos los mundos que son capaces de convivir en paz. Completando un recorrido por el Parque del Millenium encontramos el Jay Pritzker Pavillion, un revolucionario escenario diseñado por Frank Gehry, o una de las obras más espectaculares y que fascinan a los habitantes de la ciudad de los vientos, la Puerta de las Nubes de Anish Kapoor, una gigantesca gota de acero donde Chicago se encuentra a sí mismo. Su universo arquitectónico se asoma a la superficie cóncava de la obra de Kapoor, encontrando la perfecta imagen de los nuevos tiempos.