Conspiración

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Carlos Faraco *

'La antesala. Tributo a El Greco', obra del Equipo Crónica.

Mi nombre es Antonio Gómes de Alenteyo (y mi único señor: Don Sebastián, perdido y llorado Rey de Portugal; traicionado por Moura, y muerto en la batalla contra el  jerife Melek en la jornada de Alcazarquivir)… Dios nos perdone a todos y acoja a mi señor en su seno.

Hace tres meses que vine a Toledo, pretendiéndome escribano de Lucas Maestre, el sefardita. En tal condición, dispuse mi regreso al Puerto de Arcila con recado de traer al resto de su familia. Siendo jornada de Corpus en la ciudad, nadie advirtió que, partiendo supuestamente hacia Sevilla, llevase a mi montura hasta el villorrio de Pinto. Habiéndose acordado de antemano, me entrevisté allí con la de Éboli, (enemiga, como yo, del Perro Rubio). Resultó providencial para mitigar su genio que siendo ella bizca de un ojo, lo fuese yo de un brazo.

Doña Ana había preparado minuciosamente los detalles de mi nueva identidad. Con tal propósito –la de Éboli- tenía en una oscura cochinera, apaleado y con mordaza, al varón que había yo de suplantar: un tal Juan de Silva, Marquesito de Montemayor y notario principal de Toledo; como yo, manco de siniestra.

¡En verdad que es milagroso el parecido! Aún me asombra sin embargo que este loco griego (que se afana tras el caballete) no haya descubierto que el caballero que comenzara a retratar por Pascua no tenga la misma ánima que el que esta mañana posa para él.

Hace dos meses que Felipe, el usurpador, regresó de Lisboa. Nuestros contactos en la Corte han confirmado la visita del Perro Rubio a la ciudad de Toledo. Si la conspiración no falla, Portugal volverá a ser libre y soberano, y las Comunas de Castilla y Aragón tendrán su revancha… Sólo este lunático cretense podría descubrirme… Hace apenas un instante, tras mirar con insistencia mi mano sobre el pecho, me ha pedido con voz quebrada que ‘una’ dos dedos, anular y  corazón… Me pregunto si tal gesto fuera pose singular del marquesito…

Tambien me pregunto cuánto le costará a la conspiración el silencio del Greco.

Documentación aportada por el doctor Blas Montano

No sabemos si realmente existió tal conspiración. Lo cierto es que, si la hubo, fracasó, pues ‘el perro rubio’ siguió en el trono de las Españas para mayor disgusto de comuneros, lusitanos e indígenas del Nuevo Mundo.

Pero no todo es invención en el episodio que referimos. La identificación del “Caballero de la mano en el pecho” la firma el profesor Moreno Guerra, y la hipótesis de que fuera manco es deducción de don Diego Angulo. El que quiera más datos que consulte la famosa monografía que sobre el Greco publicó en 1908 el Dr.Cossio. Y el que quiera opinar por sí mismo que visite el Museo del Prado.

El peso histórico de tal episodio lo soportan dos fuentes: en la una ‘bebemos’ la muerte del rey Don Sebastián de Portugal y la pugna entre el Prior de Crato y don Cristobal de Moura por colocar sus piezas en el tablero de la sucesión. La otra fuente no dá aguas menos amargas: el asesinato del secretario de Juan de Austria, Juan de Escobedo, por intriga del secretario de Felipe II , Antonio Pérez y su supuesta amante Ana de Mendoza i la Cerda, Princesa de Éboli, vizca de leyenda y comunera de muchos quilates. La encontraríamos en el Torreon de Pinto si, pudiendo viajar en el tiempo, nos fuésemos de visita al 1579. Allí estuvo exiliada, siendo luego presa en su propio palacio de la villa de Pastrana.

Los amantes de la novela histórica pueden leer la mejor fabulación biografica que sobre la de Éboli conozco escrita en el libro de Kate O’Brian: Esa dama. Merece la pena.

No os aburro más con mis pláticas. Permitid tan solo que recite los endecasílabos que abren el soneto de Manuel Machado:

Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura
donde brilla no más la empuñadura
de su admirable estoque toledano.

(*) Carlos Faraco es periodista y trabajó en  el programa 'Tris Tras Tres', de Radio 3 (RNE).

Versión sonara con la voz protagonista de Luis Alonso

1 Comment
  1. celine says

    Carlos Faraco, te echamos de menos. Cuánta melancolía, cuando anhelo de escuchar un ratito aquella Radio 3. Tris tras tres y el manantial de la noche. Gracias por estar aquí.

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