El Día Internacional del Libro (UNESCO dixit) coincide en Cataluña con la fiesta del patrón que comparte con Aragón, Cáceres, Alcoy, Etiopía, Inglaterra, Georgia, Italia y Portugal. También es el día de los Scouts; si a esto añadimos que este año coincidió con el Sábado Santo, al buen Sant Jordi se le han acoplado unos cuantos invitados a la fiesta. Los de las rosas, que han vendido menos, dicen entre lagrimones. Los de los libros apuestan por quedarse en las cifras del año pasado, con suerte.
Parece que, como viene sucediendo desde hace años, el libro más vendido ha sido uno de autor mediático, Albert Espinosa y su novela Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven” (Grijalbo) que él mismo ha ayudado a traducir al catalán.
Otros años, era Buenafuente o algún jugador de fútbol quienes más ejemplares firmaron. Eso, sin contar con el imbatible y muy admirable Francisco Ibáñez, héroe de héroes, a quien nunca le falta compañía en la caseta.
Albert Espinosa triunfa en estos momentos en la televisión de lengua catalana, TV3, con una serie que se llama Polseres vermelles, de la que no les puedo informar porque no veo la TV3, pero les dejo ese enlace para curiosos. Es guionista y director de cine; entre sus obras, la película de Antonio Mercero, Planta 4ª y la suya propia No me pidas que te bese porque te besaré.
Antes de seguir hay que saber que Albert Espinosa sufrió un cáncer que estuvo a punto de llevarlo a la tumba, cuando niño. Que perdió una pierna un 23 de abril, y luego un pulmón y un trozo de hígado, y que, desde el momento en que se dio cuenta de que la vida y la muerte se confunden a la que te descuidas, decidió ponerse del lado de la vida y, como dice, Matías Néspolo, en El Mundo del domingo, pintar de amarillo los más negros augurios. El amarillo, por tanto –como les pasaba a los Beatles-, le mola y tiene razones de peso para ello, algunas de las cuales plasmó en su libro El Mundo amarillo. Si crees en los sueños ellos se crearán (Debolsillo, 2009).
Aparte del asunto de los colores, los títulos largos también parecen sus favoritos: su primera novela Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo (Grijalbo, 2010) ya prometía. En 2010, estrenó en el teatro Español una obra que se llama El fascinante chico que sacaba la lengua cuando hacía trabajos manuales que ya había colocado en el Teatre Lliure, el año anterior. En fin, sus hazañas están en la Wiki, muy bien enlazadas y actualizadas; un hombre que se come el mundo con la fuerza de un superviviente.
Otros vendelibros del Sant Jordi han sido el inevitable Ken Follet (siempre me imagino a De Niro pronunciándolo a su bola: Ket Enfollen, por ejemplo) con no sé qué de unos gigantes y cosas del estilo.
Para compensar, los escritores de literatura también han estado presentes: Javier Marías (Los enamoramientos, Alfaguara, 2011), Juan Marsé (Caligrafía de los sueños, Lumen, 2011), Almudena Grandes (Inés y la alegría, Tusquets, 2010) y así.
Los más vendidos de la llamada no ficción, que antes se decía “de ensayo” merecen comentario. Se trata del opúsculo Indignáos, de Stéphane Hessel, que se ha vendido estupendamente, entre otras cosas porque vale poco (aunque dos euros más que en Francia, nadie sabe porqué; ¿la traducción, quizá?) y porque leerlo requiere poco esfuerzo, dadas las pocas páginas y el aire combativo, que ahora viene bien. El otro es el del inimitable Eduard Punset, Excusas para no pensar; los dos editados por Destino. Puestos así, uno al lado del otro, pudieran sugerir que para indignarse no hace falta pensar a la vista de las innumerables razones que saltan al paso, día tras día; o, al revés, que no hay que esconderse tras excusas que valgan. Pensar no es deporte fácil. Y los libros, en papel o en pantallitas, ayudan a no olvidar esa práctica salvadora.
Cuando Amazon plante sus reales en España, dentro de unos meses, volverán las oscuras predicciones del fin de los libros en España. No se asusten. En todo caso, será el fin de algún negocio, como el de los libreros, lo que ya es triste, o de los modos de hacer de las editoriales hasta el momento.
Pero no será el fin de los libros que merece la pena leer. Esos descansan llenos de polvo en recónditas bibliotecas, son gratis, sólo hay que desempolvarlos y leerlos. Sus autores, la mayoría, están muertos y son a la vez inmortales. Son los libros que edifican, fortalecen, hacen reír y llorar. Indispensables para la vida, como el aire y el agua. Esos no peligran, no hay nada que temer.
Qué buen comentario sobre la feria: informativo y sentido. Gracias
Muy interesante. Gracias! Y por si a alguien le interesa.. mañana La Noche de los Libros en Madrid http://www.madrid.org/lanochedeloslibros/