Anguita, Aznar y González: la política se pone noventera durante la pandemia

El pasado 4 de abril, cuartopoder publicaba una entrevista a Julio Anguita. El ex dirigente comunista analizaba la situación política y social surgida a raíz de la pandemia del coronavirus. Ese mismo día, el ex presidente del Gobierno, Felipe González, publicaba un artículo en El País, titulado El interés general y el papel del Estado, y opinaba sobre la acción del Gobierno de Pedro Sánchez. Ambos, Julio Anguita y Felipe González, por ambas publicaciones, fueron tendencia en Twitter durante buena parte de aquel sábado. Recuerdos de los 90, cuando ambos líderes de las izquierdas protagonizaban enconados debates.

En un momento, el actual, en el que el Gobierno ha asumido el marco, inicialmente señalado por algunos líderes de opinión antes de que el propio Sánchez recogiera el guante, de intentar una suerte de reedición de Pactos de la Moncloa del 1977, parte del debate político parece haberse teñido de color sepia. Ante la actual tragedia, pues cerca de 20.000 personas, según cifras oficiales, ya han fallecido por culpa de la covid-19, llama la atención cómo los partidos miran al pasado en busca de hitos políticos bien valorados por parte de amplios sectores sociales, bien por aquellas personas que los vivieran, bien por las más jóvenes que han estudiado el relato oficioso del final de la dictadura y de la Transición. Lejos de las actuales miserias partidistas.

Si ya estaban presentes en el debate de estas últimas semanas Anguita y González, estos días ha entrado al plató de la actualidad el ex presidente del PP, José María Aznar. También Mariano Rajoy ha sido noticia, pero, hasta el momento, tan solo por saltarse el confinamiento para hacer deporte fuera de su domicilio, no por ninguna reflexión política. Aznar, desde su retiro en Marbella, sigue presidiendo la Fundación FAES, la cual emitió un polémico editorial, titulado Hablando de pactos, el pasado 14 de abril, no precisamente para mostrar su homenaje a la proclamación republicana del 31. Mientras que el otro ex presidente, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, reclamaba públicamente a Pablo Casado que facilite un gran pacto con el Gobierno actual, Aznar señala en la dirección diametralmente opuesta: con el actual Gobierno, no hay posibilidad de pacto, Unidas Podemos debe salir del Consejo de Ministros cuanto antes.

Anguita, Aznar y González. Los tres líderes estatales que protagonizaron conjuntamente la política de los años 90. Tres líderes que compitieron vorazmente en lo político y que hoy, significativamente, tienen tres miradas ante la actual situación de emergencia creada por el coronavirus que sirven para dibujar posibles y distintos horizontes de futuro.

Anguita: nada puede volver a ser como antes

El que fuera secretario general del PCE desde el 1988 hasta el 1898 y coordinador federal de IU desde el 1989 hasta el 2000, desvelaba en la entrevista con este periódico sus reflexiones sobre el momento actual. Su reflexión parte de entender que la pandemia de covid-19 ha puesto de manifiesto que en la sociedad en la que vivíamos se pensaba que no podrían ocurrir tragedias como la actual, destinadas, en el imaginario occidental, a países pobres de otros continentes.

En segundo lugar, para Anguita, el golpe con fuerza de la enfermedad en España y otros países de la Unión Europea, así como en Estados Unidos, pone de manifiesto la relevancia del Estado, frente a instituciones supranacionales débiles y a los propios mercados. La idea neoliberal de que el Estado debe mantenerse al margen de la economía y la sociedad, ha fracasado, considera.

Por ello, para el profesor comunista, “nada volverá a ser como antes”. Por ello, deja claro que “si reeditamos los Pactos de la Moncloa, lo van a pasar mal los trabajadores”. El máximo representante del “programa, programa, programa” no entiende unos pactos que no se basen en un contenido concreto, según explicaba en este medio. "Hay que llegar en España a un pacto, pero no sobre las bases económicas actuales", afirmaba Anguita.

Un gran acuerdo en este momento trágico, sí, pero en base a “otras soluciones, quizás economías mixtas donde el Estado, con la Constitución en la mano, indique cuáles son los sectores preferentes”, para Anguita: “Iniciativas de salud pública, educación, enseñanza, medio ambiente, asistencia social... Ahí hay un yacimiento de trabajo”. “Esto significa una imposición fiscal fuerte, para aquellos que tienen dinero”, advierte. La pandemia, en el modo de ver de Anguita, es un anticipo a las consecuencias de la crisis climática que vendrán.

Aznar y la antiespaña

Cuando en verano del 2018 Casado llegó a la cúspide del PP, se cerraba la etapa de Rajoy, cuya seguidora natural habría sido la ex vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría y volvía el PP de Aznar, presidente del PP desde 1990 al 2004 y del Gobierno desde el 1996 al 2004. El final de Aznar en Moncloa estuvo marcado por los atentados del 11M en Madrid y por la gestión comunicativa que se hizo desde el Gobierno, mintiendo acerca de la autoría, señalando a ETA, cuando los asesinos eran islamistas radicales.

El aznarismo aguantó unos años más hasta que Rajoy se hiciera con el control del partido. El periodo de Eduardo Zaplana y Ángel Acebes como segundas espadas de los conservadores significó un periodo de oposición brutal, con ayuda de un fuerte aparato mediático madrileño, a la primera legislatura de Zapatero. La idea principal de Aznar fue la de capitalizar en el PP todo el arco de la derecha española: desde el centro que se rozaba con el PSOE hasta la ultraderecha; desde liberales de tendencia clásica y neoliberales acérrimos hasta conservadores. Y señalando a lo que hubiera fuera de ese espectro como enemigo de España y de la Constitución, un espectro que podría llegar a ocupar hasta los sectores más derechistas y conservadores del PSOE.

Estas dos cuestiones marcan la praxis política del liderazgo de Casado. Por un lado, la estrategia del actual PP pasa por hacerse con la hegemonía de la derecha en un momento en el que surgió Ciudadanos, hoy en horas bajas, como una parodia de partido de centro-liberal; por otro lado, una ultraderecha, muy conservadora en lo social y muy neoliberal en lo económico, Vox. Esto le hace competir con Santiago Abascal y lleva a una escalada hacia el extremo, algo que también intentó Albert Rivera, pero eran demasiado candidatos para un solo puesto. También se percibe la herencia del PP posterior al 11M en el estilo de oposición a Sánchez, similar al acoso y derribo a Zapatero: según Aznar, están fuera de la Constitución, son la antiespaña.

Y es que Aznar sigue tutelando a Casado desde la Fundación FAES. En el último editorial, al que hemos hecho referencia con anterioridad, señala el camino a seguir del PP en la actual crisis derivada de la pandemia. El PP mantiene la batalla contra Vox en la derecha, y espera que el actual Gobierno de coalición caiga víctima de la grave situación económica que llega tras el virus. Para FAES, el actual Gobierno es “la izquierda que hace del cupio dissolvi en su sentido profano, es decir, del afán autodestructivo, la receta contra el sistema constitucional”. La antiespaña ha llegado al Gobierno para el aznarismo, desde donde se marca la línea que Casado ha de seguir en las circunstancias políticas actuales.

Con respecto al pacto de país al que convoca Sánchez, fijándose en los Pactos de la Moncloa, dice la fundación de Aznar: “Si el presidente del Gobierno convoca, hay que acudir y muy singularmente quien lidera la oposición”. Es de esperar que, pese a las reticencias mostradas por Casado, acuda en unos días a la llamada del presidente. “No tiene sentido hablar de pactos si el Gobierno pretende adoptar medidas estructurales y permanentes como la renta mínima al margen de la negociación con la oposición”, así, para FAES, el paso dado por el Ejecutivo sobre el Ingreso Mínimo Vital es una línea roja.

En definitiva, para Aznar no hay posibilidad de acuerdo entre el Gobierno y el principal partido de la oposición mientras Unidas Podemos siga en el Consejo de Ministros. “Si el PSOE se abre a una cooperación leal, abandonando iniciativas y compañías desestabilizadoras del marco constitucional y con una hoja de ruta razonable y pactada para salir de la crisis que tenemos encima, la aritmética parlamentaria no debería ser su mayor preocupación”, reza el editorial de FAES. Aznar señala lo que está dentro de la Constitución y lo que no.

González, el azote de Unidas Podemos

El que fuera presidente del Gobierno desde el 1982 al 1996 y secretario general del PSOE desde el 1975 al 1997 no ha dejado nunca de ser un actor relevante en la política española señalando el camino a buena parte de la opinión publicada de Madrid. El PSOE de González murió cuando Sánchez se impuso a Susana Díaz, representante de todo el establishment del socialismo español, en la primavera de 2017. Es divertida la batalla dialéctica que mantiene con Zapatero, quien se sitúa en posiciones más izquierdistas, por ejemplo, defendiendo la coalición gubernamental con Unidas Podemos.

González no quiere oír hablar de Unidas Podemos. Y tampoco de Sánchez. Su viraje hacia posiciones próximas a las grandes empresas españolas y latinoamericanas y su constante labor de lobby en favor de los intereses de las mismas hace que cualquier política izquierdista le genere sarpullidos. Y así lo está haciendo ver en la actualidad: cualquier momento es bueno para atizar a Unidas Podemos. Y a Sánchez. A la coalición.

Las últimas declaraciones del ex presidente son especialmente duras con el actual Ejecutivo. Esta semana, en una conferencia titulada Gobernanza global en el mundo post-covid 19, González señalaba: “El error en política es perdonable; lo que no es perdonable es la estupidez”. Advertencia velada a los actuales dirigentes que puede tener varias lecturas. González siempre ha defendido la gran coalición, una entente entre socialistas y populares al estilo alemán, para evitar que las izquierdas entren en el Gobierno.

También esta semana, en RNE, se mostraba en contra de cualquier tentación de “cambiar el modelo constitucional o romper las reglas de juego de la UE”, señalando a “los socios” de Sánchez, quizás a Unidas Podemos, quizás a la mayoría parlamentaria de la investidura en la que participan independentistas y nacionalistas periféricos. “Si durante el diálogo, alguno de los socios o no socios del Gobierno creen que es el momento para cambiar el modelo constitucional o romper las reglas de juego con la UE, estos se están autoexcluyendo y el Gobierno no puede ni debe tolerarlo”, reiteraba.

Y es que González, se explicaba: el PSOE ha tenido “desde el minuto uno un compromiso muy fuerte en defensa del marco constitucional” y nunca aceptaría la quiebra del sistema, pero eso “no quiero decir que no lo aceptaría otro grupo político”. Suenan grillos. “Los mimbres son muchos, pero si falta voluntad hay que avanzar en el diálogo”, considera González, en relación a un posible gran pacto de país.