COVID-19: ANÁLISIS
¡Coronavirus y cierra España! (pero no Madrid)
- En cifras de contagios por coronavirus destaca la Comunidad de Madrid, que aglutina 6.777 afectados de un total de 17.147 en todo el Estado
- Con el aislamiento de la región se hubiera podido detener la propagación hacia otros territorios del Estado
- En su lugar, la gran capital decidió optar por centrifugar los enfermos antes que aislarse del resto
El pasado sábado, 14 de marzo, el gobierno central decretaba el estado de alarma en todo el territorio español y tomaba el control directo de las competencias de sanidad, seguridad y transporte, muchas de ellas transferidas a las comunidades autónomas (CCAA). El decreto conllevaba la imposición de toda una serie de medidas para el territorio de todo el Estado, con el argumento principal de que "el virus no distingue de territorios". Ahora bien, desde aquel día varios epidemiólogos y gobiernos autonómicos han criticado estas medidas, por su insuficiencia (se descarta, por ejemplo, el confinamiento total de la población, ya que se permite seguir yendo a trabajar) y por su homogeneidad. ¿Es cierto que el virus no distingue territorios? Comprobémoslo con un par de datos elaborados a partir de las cifras de población de la INE y de las que ofrece el Ministerio de Sanidad.
Un primer dato que nos permite entrever la respuesta a la pregunta es constatar la distribución del número de casos por comunidades autónomas. Con datos de 19 de marzo, destaca por encima de todas la Comunidad de Madrid, que aglutina 6.777 afectados de un total de 17.147 en todo el Estado. Por lo tanto, en Madrid se concentran casi el 40% de los casos del Estado español. Se trata de una cifra más que destacable, puesto que el segundo territorio que más casos aglutina es Catalunya, con un 16% sobre el total, seguida de Euskadi con un 7%. Estos serían, a fecha de hoy, los tres focos principales de expansión de la enfermedad en el Estado.
Aquí surge una primera pregunta: ¿por qué el Estado español no decretó el confinamiento de la Comunidad de Madrid ya desde principios de la semana pasada? Sin ir más lejos, Madrid concentraba un 48% de los casos en todo el Estado el lunes 9 de marzo. Con el aislamiento de esta comunidad autónoma se hubiera podido detener la propagación de casos locales hacia otros territorios del Estado, puesto que se habría evitado que miles de madrileños huyeran a finales de la semana pasada hacia las segundas residencias del País Valencià, Murcia y Andalucía, contribuyendo con ello a la extensión de la pandemia a otros territorios del Estado.
Será interesante, en este sentido, ver qué implicaciones políticas puede tener de cara al futuro el impacto que ha generado este éxodo de madrileños hacia los territorios mencionados, en los cuales se llegaron a producir disturbios contra su llegada, como en el caso de la ciudad de Tarifa, donde los vecinos y vecinas montaron barricadas al grito de "madrileños fuera". Hay que tener en cuenta que el Estado español ha optado por la construcción de una gran capital a través del drenaje de población y talento de los territorios de alrededor, y esto ya había empezado a generar un cierto malestar social manifestado en el movimiento de la "España vaciada". Habrá que estar atentos por si la gestión centralista y uniformizadora de esta crisis de salud pública no incrementa todavía más esta tensión territorial, que ya no sólo se manifiesta entre el centro y las naciones históricas.
Ahora bien, a pesar de que los datos del número de casos por territorio pueden mostrarnos los principales focos de propagación, puede ser que haya otros territorios donde la incidencia de la enfermedad sea mucho más elevada y que no podamos observarlo con cifras absolutas. En este caso conviene prestar atención al número de casos por cada 100.000 habitantes. Tal y como se puede observar en el siguiente gráfico, sobresale, por encima de todos, el caso de la Rioja, donde ahora mismo la enfermedad del covid-19 tiene una incidencia de 148 casos por cada 100.000 habitantes. Se trata de una cifra elevadísima, sobre todo si tenemos en cuenta que en el conjunto del Estado esta incidencia es de 36 casos por cada 100.000 habitantes.
La segunda comunidad con mayor incidencia es Madrid, con 102 casos por cada 100.000 habitantes, y la tercera Navarra con 74 casos por cada 100.000 habitantes. En cambio, Catalunya registra una incidencia por debajo de la media española (35 casos por cada 100.000 habitantes), a pesar de ser la segunda en número de casos. En total, cinco comunidades autónomas tienen una incidencia mayor que la del conjunto del Estado, y 14 se encuentran por debajo.
Sólo con estos dos datos podemos responder a la pregunta inicial. ¿En el Estado español existen foco de la dolencia covid-19 concentrados en determinados territorios? Sí. Intentar negar esta evidencia es un error que estamos pagando muy caro, pero de nuevo el Estado español vuelve a pecar de su mal endémico: tratar con la misma receta realidades absolutamente distintas.
Otros países no han dudado en adaptar sus medidas de salud pública a la realidad de cada territorio. China aisló ciudades como Wuhan, e Italia hizo lo mismo con la Lombardia y 14 provincias más. Pero el Estado español se ha negado desde el principio a aislar los principales focos de la enfermedad, una decisión que parece tener mucho de política y más bien poco de científica, sobre todo cuando algunas comunidades ya habían iniciado medidas de aislamiento de territorios concretos, como es el caso de Catalunya con la cuenca de Òdena y Murcia con los municipios de la costa.
Sin lugar a duda, el Estado español es Madrid, y toma las decisiones con una óptica exclusivamente madrileña. Con esta crisis, esto se ha hecho más evidente que nunca, todavía más cuando la respuesta política al virus ha consistido en inundar los medios de mensajes de unidad política (como si la Constitución, el nacionalismo y el centralismo fueran antídotos contra la dolencia) y resaltar que las comunidades se tenían que poner detrás del Estado, no al lado. A su vez, a pesar de insistir en que el virus no conoce de territorios, finalmente el Estado se ha visto obligado a cerrar las fronteras terrestres con Francia y Portugal para evitar la expansión de la enfermedad hacia el exterior, a la vez que ha decidido confinar las Illes Balears. Las incoherencias manifiestas entre el discurso y las acciones demuestran que en la lucha contra la pandemia que hoy nos azota el Gobierno central ha decidido anteponer medidas ideológicas a medidasd de salud pública.
Quizás la novedad de todo ello es que de este hecho se están dando cuenta territorios y ciudadanos que hasta ahora se habían mostrado indiferentes hacia esta realidad. La gran capital, que siempre ha drenado las energías de los territorios de alrededor para crecer de forma artificial y desenfrenada, decidió optar por centrifugar los enfermos antes que aislarse del resto. Como los bancos en su día, la Villa y Corte tomó la decisión de socializar los problemas tras décadas de privatizar las ganancias. Bienvenidos y bienvenidas al país más descentralizado del mundo.