NEGOCIACIONES DE INVESTIDURA
Diálogo PSOE-ERC: entre el reconocimiento de las izquierdas y las tensiones nacionalistas
- Primera escenificación de un diálogo que se complementa fuera de los focos
- Datos: el 68% de los españoles creen en el diálogo como forma de solucionar el conflicto catalán
"Si fueran las derechas las que tuvieran que ponerse de acuerdo, ya habrían pactado hasta los sobresueldos" y "Septiembre nos complica la vida a todos, el otoño no será un buen momento para hacer política". Dos frases, un mismo autor, Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados durante el debate de la investidura fallida de Pedro Sánchez del pasado mes de julio. Entre el momento de las izquierdas y las tensiones nacionalistas, PSOE y ERC, con el empuje de Unidas Podemos y confluencias, pasan al proscenio de la política. Dos frases que dibujan el cuadro político del día.
Hoy, a las 17 horas, reunión en el Congreso de los equipos negociadores de ambas formaciones. Tal y como adelantaba cuartopoder la semana pasada, los vencedores de los pasados comicios en España y Catalunya, socialistas y republicanos, respectivamente, están dispuestos a iniciar una negociación y materializarla. Tienen ante sí la oportunidad no solo de desbloquear la situación política estatal y de facilitar la investidura de Sánchez, sino de poner pista de aterrizaje para una solución política del conflicto catalán que tardará en llegar, pero que necesita de unos primeros pasos.
Un calendario para una mesa de diálogo entre Gobierno y Govern en el que se pueda hablar de todo: premisa ERC. Un diálogo en el que cabe todo, dentro de la Constitución, y nada, fuera de la misma: premisa PSOE. La voluntad de dar esos primeros pasos hacia un marco de entendimiento es sincera por ambas partes, pero las dificultades son evidentes; las tensiones internas y externas, patentes; los enemigos se esconden tras las esquinas para hacer más complicado el recorrido.
Adriana Lastra, José Luis Ábalos y Salvador Illa, por parte de la expedición socialista, Gabriel Rufián, Marta Vilalta y Josep Maria Jovè, por la republicana. Entre dos tensiones: el entendimiento de izquierdas que dé salida a un conflicto enquistado o las tentaciones nacionalistas, españolas y catalanas, que llegarán. Aguardan la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, y el vicepresident, Pere Aragonès, cuyos contactos personales se mantienen desde hace semanas, para aparecer cuando la cosa esté más encaminada. La aparición estelar. Aragonès ya advertía ayer: Torra y Sánchez no tienen por qué estar representados en una mesa entre ejecutivos, al menos en un primer momento.
La figura de Torra es controvertida para los republicanos, que recelan de los plantes de Carles Puigdemont, quien, a su vez, aspira a tener un mayor protagonismo o a dificultar la ecuación. El horizonte de un posible adelanto electoral en Catalunya hace que JxCat apriete en su vertiente más nacionalista que admira el enfrentamiento con lo español.
Mientras, la corte madrileña, las derechas y ultraderechas políticas y mediáticas, sacan a calentar a la banda a José María Aznar. La sombra alargada del expresidente, que se convirtió en una y trina hace unos meses en la plaza de Colón. Tertulianos, columnistas, propagandistas madrileños señalan a una "antiespaña" que puede sentarse en el Consejo de Ministros. La presencia de Unidas Podemos en un posible gobierno aterroriza a Aznar, en sus propias palabras.
Mientras los contactos entre PSOE y ERC se escenifican hoy ante los focos, ambas formaciones han precalentado el plato para gusto de sus huestes. Palabras, palabras, palabras que gusten a los propios, morbo. Para tratar en una ronda de conversaciones y de trabajo, sin cámaras delante, sin embargo, los asuntos más controvertidos, la verdadera negociación. Sin embargo, la propuesta del propio Aragonès en un reciente artículo en La Vanguardia es clara: un diálogo de reconocimiento de Gobierno y Govern, donde puedan plantear las distintas aspiraciones, con un calendario público y que pueda ser valorado por la opinión pública. Nada que no pueda ser encuadrado en la comisión bilateral reconocida en el Estatut, aunque se le dé otro nombre y apariencia. Nada que no pueda comenzar con el actual Govern y seguir con otro que surja de unas nuevas elecciones catalanas. Es el medio plazo.
Decisiones judiciales no previstas hasta ahora y otras que están sobre el calendario, como la posible extradición de Puigdemont y otros miembros del anterior Govern, así como la siempre sorprendente capacidad de movilización del independentismo, pueden llevar sorpresas al guion planificado. El ruido de un lado y otro, la excesiva gestualización, las presiones desde arriba y abajo podrían dar con todo al traste.
Y para evitarlo, en el corto plazo, hoy, reunión entre los equipos negociadores. Posterior seguimiento entre ambas partes en la elaboración de una propuesta de consenso que facilite la abstención de ERC en la investidura y, una vez comenzada la nueva legislatura, con el calendario de reuniones entre miembros del Gobierno y del Govern prefijado, implantación del diálogo en distintas materias. La constancia de que, una vez el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos eche a andar, la conformación de mayorías alternativas en el actual Congreso de los Diputados para una moción de censura es casi imposible, otorga al calendario una calma que haría pensar en el medio plazo más que en la coyuntura inmediata.
Y, mientras tanto, mucho ruido. Ruido político. Ruido mediático. Y unas derechas y ultraderechas españolas, políticas, mediáticas y económicas, que no darán tregua a cualquier intento de diálogo entre eso que llaman la "antiespaña". Pero, hay dos datos que se tienen muy en cuenta tanto en el PSOE como en ERC, tanto en Moncloa como en Barcelona, tanto en la calle Ferraz como en el carrer Calàbria. Los datos son del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat de este mes de noviembre. Por un lado, los partidarios de la independencia en Catalunya caen al 41,9% mientras que los contrarios suben al 48,8%, es decir, una diferencia de siete puntos. Por otro lado, el 68% de los españoles apuestan por el diálogo para resolver la crisis catalana. Frente al ruido, algunos datos.