Errejón y los tigres de papel
- El 'purismo' ideológico y sin duda los egos son dos de las claves que impiden que esa 'mayoría de izquierdas' que se asegura que existe encuentre el camino para unirse en un solo proyecto
Bien, la suerte está echada: habrá elecciones generales el 28 de abril, pero, ¿puede haber calma tras la tempestad? Llevamos ya algunas semanas, prácticamente desde que dimitió Ramón Espinar de sus cargos y el consiguiente revuelo que esto produjo, que Podemos y su entorno no se hacen notar demasiado. Es cierto que por medio ha habido un debate con resultado fallido en el intento de aprobar los Presupuestos Generales del Estado y la consiguiente convocatoria electoral. Pero aún así. Alguien muy optimista diría que se está trabajando en silencio para consolidar una nueva mayoría de izquierdas frente a esa Derecha Trifálica, expresión que viene de acuñar la ministra de Justicia, Dolores Delgado, en una entrevista en la SER al referirse a quienes intentan aglutinar el espectro social y político de la derecha española.
Mas puede que esta mayoría de izquierdas que el optimista persigue resulte imposible pues pegar las “purezas ideológicas” siempre se antoja difícil. Cuando surgió el 15-M, en 2011, muchos creímos que por fin habían llegado vientos del cambio. Desde entonces, hasta que Podemos quedó registrado oficialmente el 11 de marzo de 2014 en la inscripción de partidos del Ministerio del Interior, el partido morado se convirtió en aglutinador de sensibilidades: allí estaban los desencantados del PSOE y los desheredados de todas las izquierdas y siglas. Había jubilados, parados, desahuciados por el impago de la hipoteca… Los jóvenes que votaban por primera vez y los que intuyeron que no tendrían futuro en España también parecían sintonizar con Podemos; como la clase media venida a menos o quienes se consideraban depositarios del pensamiento ilustrado.
Allí estaban todos. Es decir, llegó Podemos y se quedó con la ilusión de medio país a cambio de combatir el desencanto e intentar que las cosas cambiasen. El “Sí se puede” no paró de expandirse. Y el resultado electoral fue que Podemos obtuvo el 20 de diciembre de 2015 una nada despreciable cifra de 69 diputados, incluyendo a esos partidos con los que había formado coalición.
Pero, ¡ay!, paradojas del destino, la misma noche que el partido morado alcanzaba la gloria, las termitas ideológicas comenzaban a minar sus cimientos. Y si no, véanse las fotos o algunos de los videos de aquella noche electoral, recuerdos de la fiesta que Podemos organizó en la plaza del Museo Reina Sofía de Madrid (hoy plaza de Juan Goytisolo) para celebrar el buen resultado obtenido. Un eufórico Consejo Ciudadano Estatal subió al estrado y cantó con Quilapayún al grito de… “El pueblo unido jamás será vencido…”
Pablo Iglesias y otros compañeros –tengo la imagen clavada en mi mente– levantaban ufanos el puño, con determinación, convencidos de que el futuro les pertenecía… mientras varios de los miembros de la dirección (Íñigo Errejón, Carolina Bescansa o Luís Alegre) o no levantan nada, o si alzaban el brazo era para apuntar con la mano una “V”. Es decir, los símbolos, ya aquella noche, no engañaban: mientras el puño se antojaba excluyente, las manos abiertas se ofrecían a integrar. Me pareció a mí, entonces, que el cisma estaba servido.
Esto fue ayer como quién dice, hace poco más de tres años; y hoy… Hoy los efectos de ese desencuentro ideológico –o de lo que unos y otros han interpretado que el 15-M vino a significar– hace que se hable del más que posible “descenso” electoral de Podemos. Esto, a pesar de que Irene Montero haya cogido el timón de la campaña; una señal más de que Pablo Iglesias –esta es mi tesis– ha fagocitado una gran parte de la ilusión que surgió en torno a este movimiento.
Íñigo Errejón –quizá, uno de los políticos actuales que mejor entiende la compleja realidad española– ha decidido dar el paso y abandonar Podemos manejado por la cerrazón ideológica de Iglesias y sus seguidores. Antes los hicieron Bescansa, Alegre y otros… Es como si aquellas imágenes de 2015, que recordaba líneas atrás, estuviesen ya anunciando lo que ha ocurrido después. De acuerdo, han sido derrotados democráticamente por los militantes que votan para elegir los órganos del partido. Sí, pero son los votantes los que dan o quitan poder al partido.
La última dimisión importante, la de Ramón Espinar, no creo que deba asociarse a la de Bescansa, Alegre o Errejón. Espinar sí ha compartido las tesis de Iglesias y, en general, siempre estuvo en la línea de Podemos. Dimite, intuyo, porque, el corsé ideológico con el que algunos tratan de atar al partido, le aleja de esa posibilidad de acción trasversal que en su origen proponía Podemos. Efectivamente, aquellos “revolucionarios” como Espinar, tigres dispuestos a conquistar el poder con sus puños y sus cánticos, atrapados en los manuales de otro tiempo, que se han atrincherado durante estos años en sus postulados –siempre respetables, sin duda– empiezan a percibir que por ese camino pasarán, quizá, a ser tigres de poca monta… Tigres de papel.
Tengo la impresión de que Errejón intuyó esta situación desde el principio; imagino que confiaba en un cambio de rumbo cuando los resultados electorales no fuesen los esperados. Esto ocurrió el pasado diciembre en Andalucía y ha habido escasa autocrítica; al contrario, se ha descubierto el clásico encasquillamiento ideológico que desconecta a Podemos de los grupos sociales que lo sustentaron al principio. Leyendo las informaciones que han trascendido del último Consejo Ciudadano Estatal se observa cómo Pablo Iglesias verbaliza la necesidad de “sumar” con Errejón, por un lado, pero, por otro, es incapaz de renunciar a uno solo de sus postulados que, insisto, son legítimos, pero que “espantan” a muchos de los posibles votantes de Podemos.
Así que Errejón se ha marchado y el staff del partido morado se ha puesto a pensar. La rabieta de algunos dirigentes al principio, como la de Pablo Echenique, secretario de Organización, soltando exabruptos “Yo si fuera él dimitiría, pero de algo tiene que vivir hasta mayo”, no ha hecho más que iluminar la situación. Y si ya eran muchos los que anhelaban que Errejón diera este paso, ahora son legión los que le siguen. Mientras, en Podemos reflexionan y concluyen que no les conviene ir contra él… aunque su Secretario General niegue la mayor y le cueste aceptar la nueva realidad. Frente al dogmatismo de Iglesias, Errejón representa, a mi modo de ver, la sensatez que buena parte de España desea encontrar en los políticos. Frente a los hooligans de la derecha (Casado, Ribera, Abascal) a los que, para desgracia de este país, nunca podremos cambiar, el espectro social que se considera progresista necesita alguien que sea capaz de aglutinar la transversalidad.
Si “los tigres” no se reciclan morirán en su falansterio. Porque la realidad se transforma con el apoyo de las mayorías. Y Podemos no conseguirá ese respaldo en un hábitat donde el proletariado, en su afección más clásica, no existe ya ni las ideas de manual y proclamas surten efecto. Parece que ahora no caben soflamas radicales si se aspira a transformar, desde el punto de vista progresista, un país.
La gente quiere paz, evitarse sobresaltos, pagar sus impuestos y que quien los administre sea honrado; la gente quiere que se cuide de su salud de forma aceptable y que la educación responda a los estándares de calidad de los países europeos de nuestro entorno… Lo que no quiere es volver al frío de la calle y las barricadas; pero sí conseguir que los poderosos se avengan a colaborar en un desarrollo más humano.
Sospecho que Íñigo Errejón intuye lo que ocurre y por eso se une a Manuela Carmena. Ambos saben que hoy no caben soluciones radicales porque si a la gente le hablas de pureza ideológica, o de darle la vuelta a la tortilla… te abandona, se va al fútbol, se pone a ver las series de televisión o se toma el fin de semana libre, entregando su vida al consumo o a practicar el hedonismo.
Errejón, según las encuestas, representa una cierta esperanza. En un país desorientado, donde aparecen de nuevo voces como VOX o el “renovado” PP reivindicando la opresión y las cadenas o negando la libertad individual y el derecho al aborto que asiste a las mujeres, por ejemplo, todo se reduce, seguramente, a aspirar a conseguir una sociedad un poco más justa y más libre. Y si los tigres de papel y esa sopa de siglas que hoy mismo se están disputando los votos de ese espectro social que conocemos como “ciudadanos de izquierda” se aviniesen a ceder para formar un corpus sólido y trasversal, pudiera suceder que el 28 de abril y el 26 de mayo próximos el éxito que en 2015 tuvo Podemos se repitiese. Pudiera ser que lo que hoy se antoja difícil se consiguiese: que en esta España laberíntica e imposible imperase, aunque fuese por una vez, el sentido común.
El esquirolísmo nunca es una base para hacer con coherencia nada; si me apuras un poco, quizás dividir, pues son las armas que emplea el enemigo para vencer ( que no convencer ). Errejón, un traidor con todas las letras, derrotado por un 70% y maquinador, junto con Carolina Bescansa y «sus papeles»… ¿ Como puedes lanzar una crónica tan sesgada y llena de futuribles causas ?. Espinar, te lo dejo bien claro; yo votaré a Podemos, es mi partido. El partido de Errejón, construido en un momento calculado y lleno de » egos » sin consultar con amigos y compañeros… Una traición, que como le salga mal, será un cadáver polïtico más y habrá desgastado a las confluencias de Unidos Podemos y seguirán ganando esos que hacen la uve… ¡ Por qué levantar el puño, no le gusta a la Merkel !. Y ¿ a tí ?. Cachis, si me ven, no medro como quisiera… Los traidores van por la espalda y por la noche; dando pábulo a la deslealtad, las amistades añejas y comentarios como el de Joaquín Mayordomo… ¡ Solo sirven a la derecha, derecha y ultra; servida por el Mayordomo de Errejón !. https://uploads.disquscdn.com/images/924720e00b37a3cb51a038c9d200807f52230ea99024bba96ec94b8dbe3e881c.jpg https://uploads.disquscdn.com/images/7f2c2e5282e1302c33042df7b68b654f46e70c62b035d284aaf32b62e5fb5f83.jpg
Menos mal que leo alguien que dice como sln las cosas fuera del teatrismo de los que acusan de traidor a Errejon. Iglesias olvidó que un tercio de inscritos votamos a Errejon. Ya no votaré más a Podemos. Los socialdemócratas seguimos esperando un partido que nos represente.
Cuñadismo de extremo centro. Sí, Errejón y Carmena hacen ojitos al PSOE y al BBVA por sentido común. Jaja.
Su única virtud es la la desvergüenza y la impostura. Y Podemos no es mucho mejor así que confrontar sus miserias (de las que Errejón es el primer responsable con Iglesias) con las de Podemos es un ejercicio de cinismo o de estupidez.