“Sois del PKK y todos los que permanezcan en Kobani también son del PKK y deben morir”. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, esto es lo que les dijeron los policías de la Jendarma a unos jóvenes cuando les detuvieron en la frontera junto a Kobani, y también esta frase resume lo que está ocurriendo en Turquía debido a la ofensiva del Estado Islámico contra esta ciudad kurda.
Para la población kurda, el Gobierno de Tayip Erdogán es el principal responsable de la ofensiva yahadista contra esa ciudad kurda de Siria y el anuncio de su inminente caída en manos del Estado Islámico no haría otra cosa que confirmar su complicidad con los atacantes. Por esta razón y siguiendo un llamamiento de la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), cientos de miles de personas se han lanzado a la calles por toda Turquía en una verdadera intifada. De acuerdo con las informaciones de la prensa turca, los muertos se elevan ya a 37: diez en Diyarbakir, ocho en Genc (tres de ellos policías), cuatro en Gaziantep, tres en Siirt y Dargecit, dos muertes se habrían producido en Kurtalant y Kiziltepe, mientras que en Van, Varto, Batman, Nusaybin y Adana habría fallecido una persona en cada una de estas ciudades.
Las fotografías y vídeos difundidos por los principales medios de comunicación muestran violentos choques con la policía antidisturbios, ataques a las sedes del gubernamental AKP y destrucción de edificios oficiales. En numerosos distritos de las provincias de Diyarbakir, Mardin, Batman y Siirt las autoridades han decretado el estado de queda y el Ejército se ha visto obligado a desplegar tropas y carros blindados en varias ciudades importantes.
Existe el convencimiento entre la población kurda de Turquía (más de 20 millones) de que Erdogán ha estado tolerando la actividad de los yihadistas en su territorio con un doble objetivo: despoblar la regiónde Kobani –una de las tres habitadas mayoritariamente por kurdos en Siria- y aniquilar a los más de 2.000 combatientes de las YPG (Unidades de Defensa Popular) que están presentando una encarnizada resistencia. Después, el Ejército turco se encargaría de ocupar el territorio, poniendo fin así a una experiencia de autogobierno cuya desaparición interesa tanto al Estado turco como al Estado Islámico.
Los resistentes solo pueden hacer frente a los carros de combate, artillería pesada, morteros de gran calibre y misiles Grad capturados por los yihadistas en las bases militares de Irak y Siria con armas ligeras. Según una fuente local consultada telefónicamente, hay ocasiones en que los milicianos de las YPG alcanzan con lanzagranadas RPG a los tanques varias veces pero los impactos no hacen mella en el carro blindado.
Hasta ahora, la ofensiva contra la región de Kobani ha supuesto el éxodo de casi 200.000 nuevos refugiados, el abandono de cientos de pueblos ocupados por los yihadistas, un número indeterminado de muertos y, como afirma Mustafa Abdi, originario de Kobani y residente en Madrid, la desaparición de toda una cultura porque cuando los yihadistas ocupan los pueblos saquean todo lo que hay de valor en ellos. Solamente en los últimos 20 días y en el área metropolitana de Kobani el Observatorio Sirio de Derechos Humanos tiene constatado el fallecimiento de más de 400 personas, algunas de ellas ejecutadas de forma sumaria por los yihadistas.
La posición mantenida hasta ahora por Turquía se contradice con la de Estados Unidos, que en los últimos días ha bombardeado posiciones yihadistas alrededor de Kobani, ayudando de esta forma a sus defensores, que han rechazado sucesivos intentos de penetrar en la ciudad por distintos frentes.
Debido a las presiones norteamericanas y de otros aliados, como Alemania y Francia, Ankara se muestra dispuesto a ayudar a los sitiados pero ha puesto como condiciones que las YPG se pongan a las órdenes del Ejército Libre de Siria, que se desmantelen los tres cantones kurdos autónomos (Kobani, Afrín y Yazira), que vinculen su lucha contra el Estado Islámico a la lucha contra Bachar al Asad y se cree una franja de seguridad dentro de territorio sirio a lo largo de la frontera.
No contentas con impedir la entrada de suministros y refuerzos para luchar contra el Estado Islámico, las autoridades turcas se han dedicado a detener a aquellas personas sospechosas de haber combatido en las filas de las PYD. Esto es lo que ocurrió con un grupo de milicianos a los que no dio tiempo para retirarse hacia el centro de la ciudad y cruzaron la frontera, donde fueron desarmados y detenidos.
Lo mismo ha ocurrido, según informan esas mismas fuentes locales, con un grupo de más de 200 funcionarios de la administración autónoma que tuvieron que evacuar la ciudad ante el avance yihadista. Cuando llegaron a la frontera turca, fueron conducidos bajo vigilancia policial a un campo de concentración en la localidad de Alikor, donde todos los apresados han iniciado una huelga de hambre en protesta por su detención.
La extensión de las protestas ha sorprendido al Gobierno turco ya que se han registrado fuertes enfrentamientos también en ciudades no kurdas, como Istanbul, Ankara, Antalya, Mersin, Antakya, Eskisehir, Denizli y Kocaeli. El ministro del Interior ha realizado un llamamiento público para que se vuelva a la normalidad. Por su parte, el KCK ha declarado que la ocupación de Kobani por el Estado Islámico supondría el fin del costoso proceso de paz con el PKK, por lo que la caída de Kobani en manos yihadistas significaría el retorno de la guerra al interior de Turquía.