El presidente Hasán Ruhani, que se presentó a las elecciones como paladín de los derechos humanos, se encuentra ahora en una embarazosa situación: muchos jóvenes y mujeres iraníes le han tomado la palabra y han comenzado a ejercer su libertad a través de Facebook, cuestionando las estrictas normas morales de la República Islámica.
Primero fue la campaña que ponía a debate si llevar hijab (el pañuelo que cubre la cabeza) era obligatorio o no, reabriendo así en internet una polémica que nunca ha desaparecido de la sociedad iraní, ni siquiera en los momentos más duros de la Revolución Jomeinista. Tras esta campaña, muchas mujeres pasaron del dicho al hecho, y comenzaron a quitarse el pañuelo dejando constancia de su desafío con fotografías colgadas en otro sitio de internet.
Las imágenes de mujeres con la melena al viento y haciendo ondear los pañuelos al aire han recorrido todo el mundo. Sin embargo, si se mira detenidamente estas imágenes, se aprecia que prácticamente todas las mujeres mantienen los pañuelos en la mano o sobre los hombros, dando a entender que su acción es temporal y que, en todo caso, la imagen corresponde a un instante en que, por cualquier motivo, han tenido que desprenderse del velo. Algunas lo hacen aprovechando lugares privados, poco concurridos, en espacios abiertos del campo o en playas poco vigiladas. De esta forma, siempre podrán decir que solamente fue un instante o que nadie les estaba viendo cuando les fotografiaron.
Pero el resultado es el mismo; las imágenes y los comentarios que se adjuntan afectan a uno de los pilares del régimen: la forma de vestir de la mujer.
Hay comentarios suficientemente explícitos. Una de ellas, que se quita el hijab con la ruinas de Persépolis al fondo, escribe: “Libertades que solo duran unos segundos”. Otra subraya que aprovechó el descuido de los vigilantes para sentarse junto a unos mosaicos llenos de color en el Palacio de Golestán (Palacio de las Flores), lamentando no poder hacer lo mismo “en todos los hermosos muros” de esta joya arquitectónica de Teherán. Una universitaria aprovechó la soledad de un campus nevado para echar a correr alegremente con la melena suelta. “Sentir la nieve en mi pelo no es pecado; correr, reír no es pecado; lo que es pecado es dejarse humillar por los demás”.
Algunas de las participantes explican que su acción ha sido compartida por la gente que les ha visto sin el velo. Una de ellas, por ejemplo, cuenta que salió a la calle sin darse cuenta que no se había puesto el hijab. La gente le miraba, pero nadie le decía nada. Cuando un hombre le miró fija y descaradamente, se plantó ante él: “¿Algún problema?”, le espetó. “¿Un problema; con qué?”, le respondió el hombre. “Con la lucha contra el hijab obligatorio”. “No –contestó el hombre-. Si tuviera algún problema con eso primero tendría que resolverlo con los sentimientos de la gente”. Otros comentarios dejan menos dudas: “Libre… libre…. libre” o “la religión, la tradición y el régimen islámico han destruido la belleza”.
Por lo general, las fotos muestran la satisfacción de haber disfrutado de unos instantes de libertad y de seguir haciéndolo, aunque sea furtiva, clandestinamente, aprovechando esos momentos en que, por soledad o privacidad, nadie les puede decir nada. Por eso uno de los comentarios dice: “Soy mujer, una mujer iraní; me río clandestinamente, grito clandestinamente, soy libre clandestinamente; moriré clandestinamente”.
Pero, tal vez, la fotografía que mejor expresa este desafío colectivo es el de la joven que se fotografía en un centro deportivo justo ante el cartel que recuerda a las “hermanas” cuidar su hijab.
Aún va más lejos la campaña de solidaridad con los reclusos de la cárcel de Evin, donde permanecen encerrados cientos de presos políticos. El pasado 14 de abril, en una operación de castigo, los guardianes golpearon brutalmente a los presos y después se dedicaron a raparles el pelo al cero para humillarles. La respuesta no se hizo esperar: decenas de hombres y mujeres, dentro y fuera de Irán, también se cortaron el pelo al cero y enviaron las fotos a otra página de Facebook, mostrando en algunos casos carteles en apoyo de los reclusos.
La realidad es que esta página solo tiene unos miles de visitas pero la de las mujeres sin hijab ha conseguido cerca de 500.000; un éxito semejante ha tenido la difusión por youtube de la actuación musical de seis chicos y una chica interpretando la canción Happy, de Pharrell Williams. El impacto mediático provocó la detención del grupo “por dañar a la moralidad pública”. Al día siguiente fueron puestos en “libertad bajo fianza” a excepción del autor del vídeo, Sassan Soleimani.
Como siempre, el Consejo Islámico de Emisiones (IRIB) intentó que los jóvenes se retractaran públicamente de su acción a través de la televisión pública. En este caso y debido a su repercusión internacional, el presidente “reformista” Ruhani se ha visto obligado a terciar por twitter diciendo que “la felicidad es un derecho de nuestro pueblo”y que "no había que ser muy duro con los jóvenes", unas tibias palabras que, en el fondo, justifican la detención. La Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán le ha exigido que “condene sin medias tintas este atentado a la libertad de expresión en los términos más claros y que use todos los medios en su mano para proteger los derechos y libertades básicas de los ciudadanos iraníes”.