Es la conclusión del Debate del Estado de la Nación por el momento, mientras llegan las resoluciones que José Luís Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, cada uno por su lado, tienen que pactar. Uno para demostrar que puede seguir gobernando. Y el otro para dejar sentado que no está solo y podría hacerlo. Porque ninguno conseguirá (lo saben perfectamente) la mayoría absoluta, por más que despisten las encuestas con ese agujero de casi 10 puntos que distancia al PP sobre el PSOE. No en vano la gente inteligente de ambos partidos le dice a los eufóricos o pesimistas aquéllo de que Zapatero aguanta y se refieren a aquéllo de “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.
Por fin, dicen los suyos, Zapatero se ha dado cuenta de que, dadas las circunstancias, no se puede ir de niño bonito por la vida. Yo soy guapo, estoy bien educado y pienso que la humanidad es tan buena que se corrompe sin querer, sin darse cuenta, porque el poder, la tentación, les arrastra al pecado. Se acabó. Una cosa es talante y otra la cobardía o la debilidad, dicen muchos socialistas. Y no es exageración. Eso de poner la otra mejilla es cosa de los cristianos. Y, peor. Mentira. No la pone ni Dios si puede evitarlo.
Y en eso estamos. Zapatero, incluso cabreado personalmente (¡Ya era hora frente a tanto insulto!) ha dejado el talante a un lado (que no la buena educación) y ha respondido duro. Dice: ¡Pero de qué va, señor Rajoy, cuando me acusa de haber perdido la credibilidad cuando, según las encuestas, usted no está para echar cohetes! O sea, peor que yo. Pero de qué va pidiendo a los socialistas que me echen cuando usted está vivo de milagro (políticamente hablando, por supuesto) porque quien le eligió a dedo, Aznar, ha querido cargárselo para poner a Esperanza Aguirre y le ha salvado por un escaño Núñez Feijóo. Y cosas así.
En su puesto, animando a los suyos. Como mandan huevos.
Sólo extraña un poco (más bien huele mal por lo que conlleva de algo parecido a eso de a ver si vamos a salir todos mal parados por meternos donde no debemos) que haya un debate del Estado de la Nación y la corrupción no asome la cabeza por ningún sitio aunque el caso Gürtel y tantos otros revienten como morcillas en la sartén de la vergüenza ajena. O que no se toque el tema de ETA (por más que pueda ser para bien) cuando andan todos con la navaja lista y el faisán dispuesto por lo de las listas electorales de Batasuna. Y que de la boca de Zapatero o Rajoy no salga la palabra bancos para no molestar a Botín ni los demás, aunque anden estrangulando la economía patria hasta que puedan volver a ganar lo mismo que ganaban antes de la crisis que tanto ayudaron a crear.
Pero todas estas ausencias también son parte del debate. Ajustes, apretones, Estatutos, o un poco de FROB de referencia y Reforma Laboral de fondo porque las resoluciones del debate del día 20 se pueden llevar como enmiendas a la ley el día 21. Ni siquiera se habló de Presupuestos para que nadie se moleste, especialmente el PNV, que es el que puede salvar los muebles Zapatero.
En fin, que habrá que esperar a la semana que viene para ver quién pacta con quién y, sobre todo, si Zapatero puede evitar el adelanto electoral, como pretende, hasta por lo menos el otoño del año que viene( toca en marzo del siguiente). La prueba del algodón que dijimos. De momento, por lo menos, Zapatero dejó de ser Paulino Uzkudun, el encajador, y soltó con estilo algún puñetazo dialéctico con el que replicó, por primera vez, a los de Rajoy.