El rey Juan Carlos le dijo: “Estáis en vuestra casa”, y las autoridades civiles, encabezadas por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, seguido de varios ministros, el jefe de la oposición, los presidentes de todas las instituciones del Estado y los mandos militares José Julio Rodríguez y Fulgencio Coll, además de los cardenales y obispos, acudieron como un solo hombre a darle la bienvenida en Barajas. Aunque el tercer viaje del Papa Benedicto XVI a España en los seis años que lleva de pontificado es una “visita privada” y no oficial, como han repetido los organizadores y el Gobierno, la sucesión de genuflexiones y besamanos del poder civil ante el líder religioso Joseph Aloisius Ratzinger, alemán, de 84 años, proyectó la imagen contraria.
El avión de Alitalia con el Pontífice y su séquito aterrizó a las 12 de la mañana en la Terminal 4 de Barajas. El rey Juan Carlos, apoyado en su bastón y la reina Sofía le recibieron al pie de la escalerilla. El Papa se equivocó al querer apoyarse en un pasamanos muy bajo, pero rectificó enseguida. Cuando llegó abajo no besó el suelo, como solía hacer su antecesor Juan Pablo II. Dos mil seguidores le esperaban desde las ocho de la mañana y coreaban su nombre. Tras escuchar los himnos con la vista al frente y la mirada perdida caminó por la alfombra roja junto a los reyes sin dar signo alguno de emoción. Parecía un hombre cansado. Pero cuando llegó a la carpa instalada ante el pabellón de Estado se fue animando. Entonces comenzó el desfile de autoridades. Poco después llegó su primera crítica a la supresión de símbolos religiosos y contra el aborto.
El presidente Zapatero, que inicialmente sólo tenía previsto ir a despedirle el domingo junto con el rey, corrigió su decisión ante la afluencia de jóvenes católicos de los cinco continentes que el lunes comenzaron a inundar Madrid. Fue el primero en saludar a Ratzinger con unas palabras imperceptibles y una leve y rápida inclinación de cabeza. Tras él, el presidente del Congreso, José Bono, realizó una inclinación ostensible para besarle el anillo. Pascual Sala, el presidente del Constitucional, pasó fugaz, pero su colega del Supremo, Carlos Dívar, se postró de rodillas y le besó las manos. La sucesión de genuflexiones prosiguió con Esperanza Aguirre, la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, y sus compañeros de Gabinete Francisco Caamaño y Ramón Jáuregui.
Después de Dívar, los más entregados a la reverencia fueron Alberto Ruiz Gallardón, que se arrodilló para saludarle y repetiría el gesto por la tarde, en la Puerta de Alcalá, donde le dio la Llave de Oro de Madrid. La portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, gestante de cinco meses, se acarició el vientre después de tocar la mano del Papa como quien desea hacer visible su estado de buena esperanza. La inclinación del líder del PP, Mariano Rajoy, fue asimismo ostensible en su anhelo de besarle el anillo, lo que no llegó a conseguir porque Ratzinger tenía la izquierda de bendecir muy abajo. El papa sufrió fechas atrás una lesión en ese brazo. El candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, no acudió al recibimiento.
En un breve discurso de bienvenida, el Rey dijo que España le acoge con “gran alegría” y se siente muy honrada de su tercera visita, le informó de que “miles de chicos y chicas le esperan”, quiso que se sintiera como en casa y después de evocar “la gran nación histórica” que somos, afirmó que “la aportación del cristianismo resulta clave para entender la historia de España”. Después, como si se dirigiera a los miembros del Gobierno y de la oposición de derecha allí presentes, afirmó: “No son tiempos fáciles para los jóvenes, con tantos problemas sociales y laborales (…) Es hora de acabar con el intolerable paro de la juventud”.
El Papa agradeció la hospitalidad y el trabajo de los que han contribuido a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y tras manifestar que el alcance de su visita es animar a los jóvenes a encontrarse con Cristo y a reforzar su fe ante la “banalidad sexual, la crisis de valores y la corrupción”, quiso reconforzar a los católicos que sufren "discriminación y acoso" y son "silenciados y privados de sus signos", diciéndoles: "No estais sólos" y animándoles para que "nadie os quite la paz, no os avergonceis del Señor". Fue la primera crítica directa a la supresión de los símbolos religiosos en el Estado aconfesional español. Horas después, ante los cientos de miles de seguidores cargó contra el aborto, la reforma civil y sanitaria más condenada por la cupula epioscopal española de cuantas ha promovido el PSOE, reconociendo el derecho de las mujeres a decidir y a ser asistidas en el sistema sanitario público. El Pontífice descalificó a los que "creyéndose dioses desearían decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias".
Los corresponsales que viajaron en el avión con el Papa contaron que se refirió a la crisis económica, abogando por que la economía recupere la “ética” y ponga al hombre en el centro de sus objetivos. El Pontífice se sintió alagado por la presencia de 56 niños ataviados con uniformes de la Guardia Suiza, como si fueran su escolta. Uno se desvaneció durante la espera. Fue una ocurrencia autorizada por el arzobispo de Madrid, Rouco Varela, a unas familias papistas que querían que sus hijos saludaran al Papa. Otra ocurrencia estuvo protagonizada por miembros de la familia Domeq, que montaron un número de doma con seis caballos ante el Papa en la Puerta de Alcalá. Una moza en traje de faralaes blanco y amarillo --los colores de la bandera del Vaticano-- y un niño jinete le entregaran un cuadro de la Virgen de La Almudena, patrona de Madrid, cuya imagen se proyecta como fondo del altar en Cibeles. Era el segundo regalo que recibía tras la llave que le dio el alcalde Gallardón hincado de rodillas. Después vinieron otros, presentes simbólicos, de los jóvenes de los cinco continentes.
Siempre acompañado por monseñor Rouco y por su secretario personal, el Papa, más relajado y sonriente tras haber almorzado y dormido la siesta, acudió a las 19:30 al encuentro con los miles de jóvenes que le aclamaban, coreaban su nombre, hacían ondear banderas de sus países, cantaban y abarrotaban la plaza de la Cibeles, la calle de Alcalá y los paseos de Recoletos y el Prado. Protegido de la solanera con un paraguas y rociado con la intermitente aspersión de vapor de agua que refrescaba asimismo a los 850 obispos que ocupaban un lateral del altar, escuchó el exordio de Rouco --"La emocionada gratitud de la inmensa mayoría de los españoles”-- y saludó a los reunidos en castellano, francés, inglés, alemán, italiano, polaco y portugués. “Buscar la verdad, que no es una idea, una ideología o un slogan, sino una persona: Cristo”. Eso les dijo.
Con el canto del Padre Nuestro y de la Salve en latín, terminó su primera jornada en Madrid. Fueron dos horas de presencia pública marcadas por la abundancia de genuflexiones de las autoridades civiles y por el primer baño de masas. El encuentro en Cibeles resultó emotivo para los creyentes. Las lipotimias y desvanecimientos que requirieron asistencia se cifró en unas doscientas, frente a las 147 del día anterior. La temperatura, de 35 grados hacia arriba, golpea a los peregrinos, muchos de los cuales no se alimentan debidamente, pues por los cuatro euros del menú concertado por los organizadores con 230 establecimientos, algunos bares y restaurantes sólo les sirven bocadillos o una ensalada de lechuga y tomate, medio sanwich industrial y una ciruela.
Mientras se desarrollaba el acto con el líder religioso, varias decenas de jóvenes se concentraban en la Puerta del Sol para protestar por la actuación policial a porrazos contra los seguidores de la marcha laica del día anterior. Las autoridades volvieron a cerrar las estaciones del metro y la policía controló las entradas a la plaza para evitar que afluyeran más indignados. Pasadas las 22 horas, la policía desalojó a los concentrados y volvió a interponerse para separar a la minoría de laicos de los nutridos grupos de seguidrores del Papa. El centro de la ciudad volverá a ser este viernes el escenario de los actos programados con el Pontífice, cuyos seguidores superan el millón.
La encarnación de la falsedad, el cinismo, el culto a la idolatría, el dinero y la ambición de poder se ha desplazado contra nosotros para crear más problemas de los que ya tenemos.
«El papa critica a los que ‘se creen dioses’ y deciden sobre la vida».
Así dice, en su página 6, un diario de hoy, día 19-8-211.
«Los que se creen dioses»… …’¿y tú me lo preguntas? ¡Poesía (dios te crees tú) eres tú!’
¡Pobre gente!
No entiendo si, por despiste, por edad o por ambas cosas…
¿Pero qué tiempo dimensional viven estas criaturas?
¿Será, quizá, que se hacen los tontos?
Va y habla del aborto y de la eutanasia así, como quien se tomo un refresco…
¿Conoce de la «santa inquisición» nuestro personaje?
¿De sus asesinatos a lo largo de los siglos?
¡Qué torpes, mentalmente, nos ponemos al cumplir años! pero, y sus asesores… ¿qué hacen esos águilas que no le rectifican?
«No, jefe, no, ese no es el camino trazado…»
¡Para qué continuar…!
Hace unas fechas me prometía a mí mismo no acudir a ningún acto en el que interviniese este personaje.
Bueno, en realidad me dije que me volvería de espaldas…
Pues bien, inopinadamente, sin buscarlo ni desearlo, esta misma mañana, ¡maldición! -¡ha debido ser el destino!- nos hemos encontrado en la Plaza de España.
¡No podía creérmelo!
¡Yo ante este personaje, este personaje ante mi!
¡No puedo creerlo!
Pues sí. Así ha sido. El Ratzinger este y un servidor como a dos pasos de distancia.
Eso sí: a mí me ha costado subir a pie la Cuesta de san Vicente porque estaba cortada al tráfico rodado (véase, un anciano como yo y tantos otros tuvimos que hacer ese tayecto a pie, mientras a ese indivíduo le precedían y le seguían no menos de treinta vehículos de escolta, ¡lo juro!)
¡Oh mundo racional en el que estos insectos no creen!
¡Su ‘gloria’ es de diferente dimensión!
Amen…
Que lástima que los reyes católicos financiaran a Colón…, hoy España no tendría una inyección económica millonaria…!!! Ni se quejarían del que se las está generando… Y serían tan tolerantes…, en especial con la libertad de culto…!!!